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— ¡Bien, no lo tengo! ¿Realmente lo has hecho, esta vez, no? ¡Sabía que<br />

no pararías hasta que terminaras muerto!<br />

Se removió, la sonrisa de satisfacción desapareciendo de su rostro.<br />

— ¿Cuánto tienes?<br />

Apreté la mandíbula. —Once mil. Estaba ahorrando para un coche.<br />

Los ojos de América se lanzaron a mi dirección. — ¿De dónde has sacado<br />

once mil dólares, Abby?<br />

—De las peleas de Travis. —dije, con los ojos clavados en Mick.<br />

Travis tiró de mí para mirarme a los ojos. — ¿Has obtenido once mil de<br />

mis peleas? ¿Cuándo estabas apostando?<br />

—Adam y yo tenemos un acuerdo. —dije, sin preocuparme ante la<br />

sorpresa de Travis.<br />

Los ojos de Mick se animaron repentinamente. —Puedes duplicar eso en<br />

un fin de semana, Cookie. Puedes conseguirme los veinticinco para el domingo,<br />

y Benny no enviará a sus matones por mí.<br />

Sentía la garganta seca. —Me dejará sin nada, Mick. Necesito pagar por<br />

la escuela.<br />

—Oh, puedes conseguirlo de nuevo en muy poco tiempo. —dijo, agitando<br />

su mano con desdén.<br />

— ¿Cuándo es la fecha límite? —Le pregunté.<br />

—El lunes. A la medianoche. —dijo, sin complejos.<br />

—No tienes que darle una jodida moneda de diez centavos, Pigeon —dijo<br />

Travis, tirando de mí brazo.<br />

Mick me agarró de la muñeca. — ¡Es lo menos que puedes hacer! ¡No<br />

estaría en este lío si no fuera por ti!<br />

América le dio una palmada en la mano y luego lo empujó.<br />

— ¡No te atrevas a comenzar esa mierda de nuevo, Mick! ¡Ella no te<br />

obligó a pedirle dinero prestado a Benny!<br />

Mick me miró con odio en sus ojos. —Si no fuera por ella, yo tendría mi<br />

propio dinero. Me arrebataste todo lo que era mío, Abby. ¡No tengo nada!<br />

Pensaba que el tiempo y la distancia lejos de Mick disminuirían el dolor<br />

que conllevaba ser su hija, pero las lágrimas en mis ojos me decían lo<br />

contrario. —Voy a reunir el dinero de Benny para el domingo. Pero cuando lo<br />

haga, quiero me dejes en paz. No haré esto otra vez, Mick. A partir de ahora,<br />

estás por tu propia cuenta, ¿Me oyes? Mantente. Alejado.<br />

Él apretó sus labios y luego asintió. —Como tú digas, Cookie.<br />

Librosdelcielopersonal.blogspot.com<br />

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