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—Ábrelo.<br />

La toque con un dedo, sintiendo el exuberante terciopelo debajo de mi<br />

yema. Agarré el sello de oro con las dos manos, poco a poco fui tirando de la<br />

tapa para abrirla, hasta que un destello me llamó la atención. Y cerré la tapa.<br />

— ¡Travis! —me lamenté.<br />

—Sabía que ibas a enloquecer —dijo, sentándose y poniendo sus manos<br />

sobre las mías.<br />

Podía sentir la caja presionando contra las palmas de mis manos,<br />

sintiendo como si fuera una granada espinosa que podía detonar en cualquier<br />

momento. Cerré los ojos y sacudí la cabeza.<br />

— ¿Es que estás loco?<br />

—Lo sé, sé lo que estás pensando, pero tenía que hacerlo. Era único. ¡Y<br />

tenía razón! No he visto uno así que sea tan perfecto como este.<br />

Mis ojos se abrieron y en lugar del ansioso par de ojos que me esperaba,<br />

él estaba lleno de orgullo. Gentilmente él levantó la tapa de la caja con sus<br />

manos, y tiró el anillo de la pequeña ranura que lo mantenía en su lugar.<br />

El gran diamante redondo brillaba aún en la penumbra, captando la luz<br />

de la luna en todas sus facetas.<br />

—Es… Dios mío, es increíble —le susurré mientras tomaba mi mano<br />

izquierda en la suya.<br />

— ¿Puedo ponerlo en tu dedo? —preguntó, mirándome.<br />

Cuando asentí, él presionó sus labios, deslizando la banda de plata por<br />

mi dedo, sosteniéndolo en el lugar por un momento y luego soltándolo—Ahora<br />

es increíble.<br />

Ambos observamos mi mano por un momento, igualmente sorprendidos<br />

por el contraste del gran diamante puesto en mi pequeño y delgado dedo. La<br />

banda se extendió por la parte inferior de mi dedo, partiéndose en dos en cada<br />

lado hasta que se juntaba y hacían una, diamantes más pequeños revestían<br />

cada franja de oro blanco.<br />

—Tú pudiste haber pagado la cuota inicial de un auto con esto —dije en<br />

voz baja, incapaz de inculcar ninguna fuerza en mi tono de voz. Mis ojos<br />

siguieron a mi mano mientras Travis se la llevaba a los labios.<br />

—Me había imaginado cómo se vería en tu mano un millón de veces.<br />

Ahora que está ahí…<br />

— ¿Qué? —sonreí, observando cómo miraba mi mano con una sonrisa<br />

emocionada.<br />

Miró hacia mi rostro.<br />

Librosdelcielopersonal.blogspot.com

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