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—Si no lo estuviera viendo con mis propios ojos, nunca lo habría creído.<br />

—Escuché detrás de mí.<br />

América y yo nos dimos la vuelta al mismo tiempo, mis labios estirándose<br />

a través de mi cara formando una amplia sonrisa. —Jesse. —Sacudí mi<br />

cabeza—. ¿Qué estás haciendo aquí?<br />

—Es mi lugar el que estás ocupando, Cookie. ¿Qué estás haciendo tú<br />

aquí?<br />

Rodé mis ojos y me volví hacia mis suspicaces nuevos amigos.<br />

—Sabes que odio eso, Jess.<br />

—Discúlpenos. —dijo Jesse, tirando de mí por el brazo para ponerme de<br />

pie. América me miró con cautela mientras me estaba llevando unos cuantos<br />

pies lejos de la mesa<br />

El padre de Jesse manejaba el casino, estaba más que sorprendida que él<br />

se hubiera unido al negocio de la familia. Solíamos perseguirnos entre nosotros<br />

por los pasillos y escaleras del hotel y siempre lo vencía cuando alcanzábamos<br />

los ascensores. Él había crecido desde la última vez lo que lo había visto. Lo<br />

recordaba como un desgarbado adolescente, pero el hombre que tenía al frente<br />

era sin duda un bien vestido jefe de sala, para nada desgarbado y ciertamente<br />

apuesto. Seguía teniendo su sedosa piel marrón y ojos verdes que recordaba,<br />

pero el resto de él era una agradable sorpresa.<br />

Su iris del color de las esmeraldas resplandecía en las brillantes luces del<br />

casino. —Esto es surrealista, pensé que eras tú cuando estaba caminando por<br />

tu mesa, pero no podía convencerme a mí mismo que volverías aquí. Cuando vi<br />

a esa Campanita limpiando la mesa, supe que eras tú.<br />

—Lo soy. —Sonreí.<br />

—Te ves… diferente.<br />

—También tú, ¿Cómo está tu padre?<br />

—Retirado. —Sonrió—. ¿Cuánto tiempo te quedarás?<br />

—Sólo hasta el domingo. Tengo que volver a la escuela.<br />

—Hola, Jess. —dijo América, tomando mi brazo.<br />

—América. —Se rió entre dientes—. Debí haberlo sabido, ustedes son<br />

como la sombra de la otra.<br />

—Si sus padres supieran que la traje aquí, todo eso habría terminado<br />

hace mucho tiempo.<br />

—Es bueno verte, Abby. ¿Por qué no me dejas comprarte la cena? —<br />

Preguntó, escaneando mi vestido.<br />

—Me encantaría, Jess, pero no estoy aquí por diversión.<br />

Librosdelcielopersonal.blogspot.com

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