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—Todas las ventanas estaban empañadas, el coche se estaba<br />

sacudiendo… ¿Cómo iba yo a saber? —dijo, agitando sus brazos en la dirección<br />

del estacionamiento vacío.<br />

— ¡Tal vez no deberías espiarme!<br />

Se frotó la cara y sacudió la cabeza. —No puedo soportar esto, Pigeon.<br />

Siento que me estoy volviendo loco.<br />

Tiré mis manos al aire y las dejé caer golpeando mis muslos. — ¿No<br />

puedes soportar qué?<br />

—Si tú duermes con él, no quiero saberlo. Iré a la cárcel por mucho<br />

tiempo si me entero que… simplemente no me lo digas.<br />

—Travis —bullí—. ¡No puedo creer que hayas dicho eso! ¡Eso es un gran<br />

paso para mí!<br />

— ¡Eso es lo que todas las chicas dicen!<br />

— ¡No me refiero a las putas con las que lidias! ¡Me refiero a mí! —Dije,<br />

sosteniendo mi mano contra mi pecho—. ¡Yo no he… ugh! No importa.<br />

Me alejé de él, pero me agarró del brazo, girándome hacia él.<br />

— ¿Tú no qué? —preguntó. No le respondí; no tenía que hacerlo. Podía<br />

ver el reconocimiento atravesar su rostro y se rió una vez—. ¿Eres virgen?<br />

— ¿Y qué? —dije, la sangre arremolinándose en mis mejillas.<br />

Sus ojos se dirigieron a los míos. —Es por eso que América estaba tan<br />

segura que no irías tan lejos.<br />

—Tuve el mismo novio los cuatro años de escuela secundaria. ¡Él era un<br />

aspirante a ministro bautista! ¡Esto nunca fue un tema para nosotros!<br />

La ira de Travis se desvaneció y el alivio era evidente en sus ojos. — ¿Un<br />

ministro de la juventud? ¿Qué pasó después de toda la dura abstinencia?<br />

—Él quería casarse y quedarse en… Kansas. Yo no lo hacía. —Estaba<br />

desesperada por cambiar de tema. La diversión en los ojos de Travis era lo<br />

suficientemente humillante. No quería que él cavara más lejos en mi pasado.<br />

Dio un paso hacia mí y sostuvo cada lado de mi cara. —Virgen —dijo,<br />

sacudiendo la cabeza—. Nunca me lo hubiera imaginado con la forma en que<br />

bailaste en The Red.<br />

—Muy gracioso. —le dije, dirigiéndome a las escaleras.<br />

Travis intentó seguirme, pero tropezó y cayó, volviéndose boca arriba y<br />

riendo histéricamente.<br />

— ¿Qué estás haciendo? ¡Levántate! —dije, ayudándolo a ponerse de pie.<br />

Enganchó su brazo alrededor de mi cuello y le ayudé a subir las<br />

escaleras. Shepley y América ya estaban en cama, por lo que sin ayuda a plena<br />

Librosdelcielopersonal.blogspot.com<br />

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