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Me reí, apoyando mi cabeza sobre su hombro hasta que el taxi redujo la<br />

velocidad hasta detenerse frente del aeropuerto. Mi celular volvió a sonar,<br />

mostrando el nombre de América una vez más.<br />

—Es implacable. Déjame hablar con ella —dijo Travis, alcanzando mi<br />

teléfono.<br />

— ¿Hola? —Dijo, esperando que acabara la corriente estridente en el otro<br />

extremo de la línea. Él sonrió—. Porque soy su marido. Puedo responder su<br />

teléfono, ahora. —Me miró, y luego abrió la puerta del taxi, ofreciéndome su<br />

mano—. Estamos en el aeropuerto, América. ¿Por qué no Shep y tú nos<br />

recogen y puedes gritarnos a ambos en el camino a casa? Sí, todo el camino a<br />

casa. Debemos llegar en torno a las tres. Muy bien, Mare. Nos vemos entonces.<br />

—Hizo una mueca con las duras palabras de ella y luego me pasó el teléfono—.<br />

No estabas bromeando. Está enojada.<br />

Le pagó al taxista y luego tiró su bolsa al hombro, tirando de la manija de<br />

mi equipaje para rodarlo. Sus brazos tatuados se tensaron mientras empujaba<br />

mi bolso, con la mano libre buscando a la mía.<br />

—No puedo creer que le hayas dado luz verde para que nos tenga por<br />

una hora entera —dije, siguiéndolo a través de la puerta giratoria.<br />

—Realmente no crees que voy a dejar que le grite a mi esposa, ¿verdad?<br />

—Te estás poniendo muy cómodo con ese término.<br />

—Creo que es hora de que lo admita. Sabía que ibas a ser mi esposa más<br />

o menos a partir del segundo en que te conocí. No voy a mentir y decir que no<br />

he estado esperando el día que lo pudiera decir... así que voy a abusar del<br />

título. Deberías acostumbrarte a él, ahora —dijo esto con la mayor naturalidad<br />

posible, como si estuviera dando un discurso practicado.<br />

Me reí, apretándole la mano. —No me importa.<br />

Me miró por el rabillo de su ojo. — ¿No? —Negué con mi cabeza y me jaló<br />

a su lado, besando mis mejillas—. Bien. Te vas a hartar de esto durante los<br />

próximos meses, pero sólo dame un respiro, ¿de acuerdo?<br />

Lo seguí por los pasillos, escaleras mecánicas, y las líneas de seguridad.<br />

Cuando Travis caminó a través del detector de metales, un timbre fuerte se<br />

disparó. Cuando el guardia del aeropuerto le pidió a Travis que se quitara su<br />

anillo, su rostro se tornó grave.<br />

—Lo sostendré, señor —dijo el oficial—. Sólo será por un momento.<br />

—Le prometí que nunca me lo quitaría —dijo Travis a través de sus<br />

dientes.<br />

El oficial extendió la palma de su mano, paciencia y divertida simpatía<br />

arrugaba la fina piel alrededor de sus ojos.<br />

Librosdelcielopersonal.blogspot.com

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