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Si hubiera sabido cómo de difícil sería poner un pie en el apartamento<br />

otra vez, no habría permitido que América me convenciera para ir allí. Toto vino<br />

correteando por la esquina a toda velocidad, estrellándose en mis piernas<br />

cuando sus patitas fallaron en conseguir tracción en las baldosas de la<br />

entrada. Lo recogí, dejándole que me saludara con besos de bebé. Por lo menos<br />

él no me había olvidado.<br />

Yo lo llevé cargado al rodear el apartamento, esperando mientras que<br />

América buscaba en su bolsa.<br />

— ¡Sé que lo dejé aquí! —dijo desde el cuarto de baño, pisando fuerte<br />

desde el pasillo hacia la habitación de Shepley.<br />

— ¿Buscaste en el armario debajo del fregadero? —Preguntó Shepley.<br />

Miré mi reloj. —Date prisa, Mare. Tenemos que irnos.<br />

América suspiró con frustración desde la habitación.<br />

Miré mi reloj otra vez, y luego me sobresalté cuando la puerta se abrió de<br />

golpe detrás de mí. Travis tropezó al entrar con los brazos envueltos alrededor<br />

de Megan, quien estaba riendo contra su boca. Una caja en su mano me llamó<br />

la atención, y me sentí enferma cuando me di cuenta de lo que era: condones.<br />

Su otra mano estaba en la parte posterior de su cuello, y yo no podría decir los<br />

brazos de quién se enroscaban en torno a quién.<br />

Travis tuvo una reacción tardía cuando me vio sola, parada en mitad de<br />

la sala, y entonces se congeló, Megan levantó la mirada con una sonrisa<br />

residual aún en su rostro.<br />

—Pigeon —dijo Travis, aturdido.<br />

— ¡Lo encontré! —Dijo América, corriendo fuera de la habitación Shepley.<br />

— ¿Qué haces aquí? —Preguntó él. El olor a whisky voló con los copos de<br />

nieve, y mi ira incontrolable superó cualquier necesidad de fingir indiferencia.<br />

—Es bueno ver que pareces a tu antiguo yo, Trav —dije. El calor que<br />

irradiaba de mi cara quemaba mis ojos y emborronaba mi visión.<br />

—Nos estábamos yendo —gruñó América, agarrando mi mano, mientras<br />

pasábamos a Travis.<br />

Nos precipitamos escaleras abajo hacia su coche, y yo me sentí<br />

agradecida de que sólo estuviera un poco más allá, sintiendo las lágrimas<br />

brotando de mis ojos. Casi me caí hacia atrás cuando mi abrigo se enganchó<br />

en algo a medio paso. La mano de América se deslizó fuera de la mía y ella se<br />

dio la vuelta al mismo tiempo que yo.<br />

El puño de Travis estaba agarrando mi abrigo y mis oídos parecían arder,<br />

escociendo en el frío de la noche. Sus labios y su cuello estaban de un ridículo<br />

tono de color rojo oscuro.<br />

Librosdelcielopersonal.blogspot.com

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