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—Es la culpa de Ethan, —bulló—. Ese bastardo estaba jodiéndola contra<br />

la pared.<br />

— ¡Bebé! —Dijo América, tirando de mí a su lado.<br />

—Necesito otro trago, —le dije.<br />

—Yo también, —dijo Shepley, volviendo a la cocina.<br />

Travis entró con una toalla envuelta en su cintura, con una lata de<br />

cerveza fría contra su ojo. América salió de la habitación sin decir una palabra<br />

cuando Travis se puso sus calzoncillos y luego agarró la almohada. Shepley y<br />

América trajeron cuatro vasos esta vez, todos llenos hasta el tope con licor.<br />

Todos tragamos el whisky sin dudarlo.<br />

—Te veré en la mañana, —dijo América, besando mi mejilla.<br />

Travis tomó mi copa, colocándola en la mesita de noche. Él me miró un<br />

momento y luego se acercó a su armario, tirando de una camiseta de la percha<br />

y arrojándola a la cama.<br />

—Siento ser un cabrón, —dijo, sosteniendo la cerveza contra su ojo.<br />

—Tienes un aspecto horrible. Te sentirás como una mierda mañana.<br />

Él negó con la cabeza, disgustado. —Abby, fuiste atacada esta noche. No<br />

te preocupes por mí.<br />

—Es difícil no hacerlo cuando tu ojo está tan inflamado, —le dije,<br />

situando su camisa sobre mi regazo.<br />

Su mandíbula se tensó. —Esto no hubiera pasado si te hubiese dejado<br />

con Parker. Pero sabía que si te preguntaba, vendrías. Quería demostrarle que<br />

aún eres mía, y después saliste lastimada.<br />

Las palabras me tomaron por sorpresa, como si no lo hubiera oído bien.<br />

— ¿Por eso me preguntaste que te acompañara esta noche? ¿Para probarle un<br />

punto a Parker?<br />

—Algo así, —dijo, avergonzado.<br />

La sangre abandonó mi rostro. Por primera vez desde que nos conocimos,<br />

Travis me había engañado. Yo había ido a Hellerton con él pensando que él me<br />

necesitaba, pensando que a pesar de todo, estábamos de vuelta a donde<br />

estábamos antes. No era más que una bebida hidratante, él había marcado su<br />

territorio, y yo se lo había permitido.<br />

Mis ojos se llenaron de lágrimas. —Fuera de aquí.<br />

—Pigeon, —dijo, dando un paso hacia mí.<br />

— ¡FUERA! —Dije, cogiendo la copa de la mesita de noche y<br />

arrogándosela. Se agachó, y ésta se estrelló contra la pared en cientos de<br />

fragmentos pequeños—. Te odio.<br />

Librosdelcielopersonal.blogspot.com

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