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Informe 12-13. Murcia - Foro Ignacio Ellacuría

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tiempo surgen grupos de oposición también violenta que se elevan en contra del<br />

sistema mundial y/o de ciertos estados constituidos, a los que quieren destruir, cambiar<br />

o mejorar también por la fuerza, a través de una guerra que se expresa por medio<br />

de atentados y ataques sorpresa.<br />

3. Legitimación revolucionaria, una tarea pendiente.<br />

En la actualidad, son muchos los que piensan que es necesario un cambio mundial,<br />

aún más intenso que los anteriores, una revolución distinta, que debería asumir<br />

algunos rasgos de las ya citadas (francesa, rusa, americana), apoyándose en unos principios<br />

“religiosos” más hondos, como serían la voluntad creadora de los pueblos sometidos<br />

y/o la fuerza de los recuerdos históricos de las religiones y utopías humanas,<br />

pero ya en línea mundial. Muchos afirman que esa “revolución universal”, al servicio<br />

del hombre definitivo, no necesita ni debe tomar ya las armas, ni actuar desde la<br />

clandestinidad, pues el sistema de occidente ofrece suficiente libertad para su desarrollo.<br />

Sería la primera revolución no-violenta de la historia, en una línea que ha sido<br />

entrevista de algún modo por algunas religiones como el taoísmo, budismo y cristianismo.<br />

4. La violencia “legítima”. Una pequeña teoría del Estado.<br />

La respuesta a la violencia no está en el simple fortalecimiento del estado de<br />

derecho, sino en algo más profundo: en una revolución creadora, abierta a la gracia,<br />

en libertad y comunicación personal, en la línea de lo que ha descubierto y expresado<br />

el cristianismo. Siguiendo en esa línea, podemos afirmar que el hombre es un<br />

ser paradójico, que vive en dos (o tres) niveles. 1. Si queda en manos de la pura violencia<br />

incontrolada se destruye a sí mismo, en guerra de todos contra todos; por eso<br />

es necesario un tipo de Estado legal, que se expresa y actúa a través de la violencia<br />

controlada de la espada. 2. Pero igualmente se destruye si quiere apoyarse solamente<br />

en la espada legal del Estado, pues ella es incapaz de ofrecerle los tesoros de la<br />

gratuidad y del sentido de la vida (del sentido de la muerte). 3. Por eso hay que añadir<br />

un nivel de gracia, un nivel de gratuidad y no de ley, por encima de la pura anarquía<br />

y del poder del estado, de manera que la iglesia aparece como portadora de una<br />

palabra de perdón y amor mutuo, más allá de las leyes del estado, que mantienen su<br />

valor en otro nivel (inferior o distinto), de ordenamiento económico-social.<br />

Vivimos en un sistema de leyes y tenemos que mejorarlas y respetarlas; pero, dejadas<br />

en sí mismas, esas leyes pueden acabar divinizándose y destruyéndonos (encerrándonos<br />

en la caja de hierro de su legalidad). Por eso, en el nivel humano, para<br />

que funciones nuestra vida y sea posible la superación de la violencia es necesaria<br />

una fuerte de inspiración superior.<br />

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