Informe 12-13. Murcia - Foro Ignacio Ellacuría
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etimológico de la palabra “diversión”) de una vida elemental, de la simplicidad que<br />
configura el demonio de la época. Las nanotecnologías tienen aquí un soporte político<br />
de su oferta: de paso que haces tu vida privada, transportas un mundo, pues la aldea<br />
global informatizada te acompaña. Para el paso de lo que Foucault llama un poder<br />
represivo a otro deseante, de la economía de Estado a la de mercado, de la<br />
disciplina al control, es vital el papel publicitario de los nuevos ídolos. Sus torsos parlantes<br />
anuncian todo género de artículos, pero ante todo anuncian la Buena Nueva<br />
de una vida plenamente mediada, técnica, traslúcida. El ídolo social contribuye así<br />
a la expansión de un capitalismo que, antaño rígido y frío, ahora debe convertirse en<br />
una oferta cultural para el planeta entero. La tendencia actual a borrar el rostro del<br />
poder es subsidiaria de un gigantesco mecanismo de deforestación de la propia<br />
especie humana. El astro público, faz personal de la despersonalización consumista,<br />
debe mediar entre el sujeto identificado y el íntimo fondo sombrío de una existencia<br />
que ha sido tapada, propiciando una reunión en el aislamiento. Bajo este prisma,<br />
nuestros ídolos, de “culto” o populares, son líderes del aislamiento compartido. Ellos<br />
permiten que el ciudadano contemporáneo, mónada atormentada por la soledad, se<br />
sienta muchedumbre, al mismo tiempo solo y conectado.<br />
17/92009<br />
“Hambre y opulencia: claves para entender la crisis”<br />
Santiago Alba Rico, Escritor, ensayista y filósofo<br />
Si nos fijamos en el relato del Génesis, Adá y Eva, que estaban saciados, comieron<br />
un vez y ya no pudieron dejar de comer, comieron un día y de pronto se vieron... se<br />
miraron y estaban desnudos, expuestos, a merced de las garras, y bajaron la cabeza<br />
avergonzados, tomaron conciencia de su condición de comestibles y se avergonzaron.<br />
Desde entonces hay que ayunar para recuperar una sombra de la libertad e<br />
inmortalidad edénicas. La fusión del régimen del hambre y del régimen de la mirada<br />
determina que la relaciones de poder, las disputas de soberanía, las ambiciones de<br />
hegemonía, se establezcan y se confirmen en el campo de la óptica. La cuestión del<br />
poder –de la desigualdad, por tanto, y de la seguridad– se dirime y se manifiesta en<br />
el rango y calidad de la mirada. Con arreglo a la relación originaria entre el hambre<br />
y la mirada se han construido tres modelos diferentes de poder soberano. Al primero<br />
podemos llamarlo “despótico” y lo que lo caracteriza es que en él la soberanía, que<br />
es también providente, penetrante, panóptica, se convierte ella misma en espectáculo<br />
(Antiguo Régimen). El segundo modelo lo podemos llamar “teocracia”. Al contrario<br />
de la soberanía despótica asienta su legitimidad en la prohibición de un intercambio,<br />
ni siquiera desigual, de las miradas. Finalmente, la combinación de tecnología y capitalismo<br />
ha acabado por sustituir estos dos modelos por un tercero en el que la<br />
soberanía se ha vuelto realmente invisible. Ya no es ni despótico ni teocrático, es<br />
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