Informe 12-13. Murcia - Foro Ignacio Ellacuría
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giro a la valoración de la racionalidad y el progreso, sino también en la valoración<br />
de la violencia: se convierte en “lo otro positivo” respecto a la racionalidad criticada<br />
y sus efectos, medio y fin para escapar a la estrechez y la coacción de la sociedad<br />
burguesa percibida como decadente. La violencia es mitificada como irracional, noinstrumental,<br />
superadora (Nietzsche, G. Sorel, G. Bataille, E. Jünger y movimientos<br />
como el surrealismo y el futurismo).<br />
Finalmente se desarrolla, ante todo como reflexión sobre la II Guerra Mundial y<br />
la experiencia histórica del genocidio judío, una segunda forma de crítica del concepto<br />
optimista y progresista de civilización. La dicotomía entre violencia y modernidad<br />
o civilización, que caracteriza los otros dos discursos, es cuestionada radicalmente.<br />
Ambas se conciben como imbricada la una en la otra de manera inseparable.<br />
La violencia se convierte entonces en “lo propio” (Freud, Zygmunt Bauman).<br />
3. La violencia en los discursos políticos, mediáticos y cotidianos<br />
A causa de su vago contenido descriptivo y su fuerte carga moral el concepto de<br />
violencia puede ser usado estratégicamente con intención polémica para caracterizar<br />
las acciones de otros actores, para desacreditarlos y ponernos moralmente a la defensiva.<br />
Se amplía el concepto todo lo necesario para que esas acciones sean tipificables<br />
como violentas y se restringe lo conveniente para que la propias aparezcan como<br />
libres de violencia. Asimismo la propia violencia puede caracterizarse como contraviolencia.<br />
En esto no se diferencia de la fundamentación del ejercicio de la violencia<br />
como “ultima ratio” en el uso del monopolio estatal de la misma en el Estado de Derecho.<br />
Otro uso estratégico del concepto de violencia es el de atribuir carácter de “escándalo”<br />
a determinados hechos caracterizándolos de violentos. Gracias a su escaso grado<br />
de fijación descriptiva y de contenido su concepto puede actuar como un<br />
“símbolo de condensación” que permite aprehender la significación de cualquier<br />
clase de hechos y, sobre todo, a través de una sobrecarga emocional y moral, convertirlos<br />
en “superproblema” que provoque la indignación moral y que, sin embargo,<br />
no sea captado como objeto de conflicto.<br />
Otra tendencia que se deriva de la “escandalización” de un fenómeno como violencia<br />
es que tanto su tematización como sus estrategias de solución se estrechan a<br />
su dimensión de orden y control.<br />
Por dos razones constituyen los medios de comunicación una importante dimensión<br />
de lo que hemos descrito hasta aquí. Los procesos de ampliación del concepto<br />
de violencia y de sensibilización frente a ella tienen lugar desde mitad del siglo pasado<br />
especialmente a través de los medios y éstos ocupan el lugar más prominente a<br />
la hora de una supuesta causa para el aumento de la violencia. Llama la atención que<br />
paralelamente a la ampliación del concepto de violencia y el descubrimiento de cada<br />
vez más zonas ante todo de violencia privada y su escandalización y sanción públi-<br />
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