Informe 12-13. Murcia - Foro Ignacio Ellacuría

sociedad misma está en peligro. Es necesario un nuevo “contrato social” y un nuevo
acto de abstinencia global. Esa decisión es la condición originaria de toda posibilidad
de democracia. Y esta democracia originaria, fundacional, constituyente, es incompatible
con el capitalismo y su hambre libre generalizada.
1/12/2009
“¿Es posible el decrecimiento? Otras maneras de salir de la crisis
Carlos Taibo, Escritor, editor y profesor Titular de Ciencia Política y de la
Administración en la Universidad Autónoma de Madrid
En su despliegue histórico, lo que hemos dado en llamar globalización capitalista
se ha visto acompañado de fenómenos muy delicados: una general pérdida de
influencia de los ciudadanos y de un progresivo vaciamiento de capacidades de los
poderes políticos tradicionales, del crecimiento formidable de las ciudades, de la
inseguridad alimentaria, de las corrientes migratorias, de desigualdades sociales en
ascenso, de agresiones medioambientales muy notables y de conflictos –bélicos y no
bélicos– cada vez más hondos y numerosos. Todo ello muestra una línea de continuidad
de esa globalización con el imperialismo y el colonialismo de siempre.
Lo que hemos dado en llamar cambio climático es el producto, ante todo, de la
emisión, en los dos últimos siglos, de enormes cantidades de gases que refuerzan el
efecto invernadero. Los signos del cambio climático son muchos y hay un amplio
consenso científico al respecto. Por otro lado, las principales fuentes de energía que
empleamos se encuentran sometidas a un activo proceso de esquilmamiento. Los
combustibles fósiles corren hoy a cargo de un 79,5 % de la energía que se consume.
El llamado pico de Hubbert identifica el momento en que no se consigue aumentar
la cantidad producida de petróleo y a partir del cual, y de resultas, la producción se
halla inequívocamente condenada a descender. Nadie discute que antes o después
se hará valer una situación como la propia del pico de Hubbert, tanto para el petróleo
como para el gas natural, pero la única respuesta a los problemas energéticos
pasa para la mayoría de analistas del sistema por descubrir nuevas fuentes de energía,
pocos se plantean reducir en serio el consumo de ésta. Lejos de asumir la necesidad
imperiosa de reducir el consumo interno de petróleo y de gas natural, y lejos también
de propiciar un rápido y liberador desarrollo de fuentes alternativas de energía, los
dirigentes políticos y económicos se han inclinado por acometer costosísimas y
sangrientas operaciones militares que exhiben inciertos resultados. Muchas son las
voces que en este contexto sugieren que la industria nuclear, que utiliza una fuente
de energía concentrada y emite pocos gases de efecto invernadero, se apresta a
convertirse en una interesante salida. No convendría olvidar que, junto a los riesgos
que están asociados a esta fuente de energía, las reservas de uranio también son
limitadas. En realidad, lo que hace la industria nuclear es rechazar cualquier hori-
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