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Sin movilidad intergeneracional la<br />
inequidad se perpetúa<br />
La movilidad intergeneracional, tal y<br />
como se estudia en este apartado, describe<br />
una trayectoria que se basa en la<br />
asociación entre el logro de una persona<br />
adulta en una dimensión económica<br />
o social y el logro alcanzado por sus<br />
padres en esa misma dimensión, en un<br />
momento de sus vidas comparable al<br />
del individuo analizado. Si el logro socioeconómico<br />
de la persona es mejor que el<br />
de sus padres, se trata de un caso de movilidad<br />
ascendente. Si por el contrario, el<br />
logro socio-económico de la persona es<br />
menor que el de sus padres, la movilidad<br />
es descendente. Cuando hijos y padres<br />
alcanzan similares logros, se produce una<br />
situación de inamovilidad.<br />
La movilidad intergeneracional es relevante<br />
porque proporciona información<br />
sobre el nivel de oportunidades que existe<br />
en una sociedad. Una fuerte influencia<br />
de los recursos y la posición económica<br />
de los padres sobre el nivel de bienestar<br />
que podrán alcanzar sus hijos e hijas, es<br />
poco deseable, porque limita el espacio<br />
de libertad para alcanzar una calidad de<br />
vida satisfactoria de aquellos que nacen y<br />
se desarrollan en los hogares más vulnerables<br />
y desfavorecidos. En condiciones<br />
de baja movilidad intergeneracional, las<br />
personas que nacen en hogares que<br />
enfrentan carencias, ven restringido su<br />
acceso a un conjunto básico de recursos<br />
y capacidades (Sen, 1992; Jencks y Tach<br />
en: Torche, 2010).<br />
Diversos argumentos sugieren que,<br />
cuanto mayor es la inequidad económica<br />
en una sociedad, mayor es la influencia<br />
de la condición de los padres sobre<br />
los logros de sus hijos, lo cual determina<br />
una menor movilidad intergeneracional.<br />
En este contexto, un incremento en<br />
la inequidad económica trae consigo<br />
un aumento en las disparidades que<br />
experimentan los niños, las niñas y los<br />
jóvenes en dimensiones como acceso<br />
a educación, salud, nutrición y servicios<br />
de infraestructura básica, lo que reduce<br />
sus opciones para desarrollar sus potencialidades<br />
y escoger el tipo de vida que<br />
tiene razones para valorar.<br />
En un contexto en el cual los rendimientos<br />
de la inversión en capital<br />
humano son altos, los niños, las niñas<br />
y los jóvenes, que alcanzan una baja<br />
escolaridad debido a la condición<br />
socioeconómica de sus padres son<br />
proclives, en la edad adulta, a disponer<br />
de menos oportunidades de generación<br />
de ingresos (Solon, 2004, pág. 43). Estas<br />
inequidades en el ámbito económico,<br />
contribuyen a reforzar la influencia<br />
política de los sectores de mayores<br />
ingresos y a reducir la de los que tienen<br />
menos ingresos (Burtless y Jencks, 2003).<br />
Estas inequidades también inciden en<br />
la movilidad intergeneracional al disminuir<br />
las probabilidades de interacción y<br />
cooperación entre personas de condiciones<br />
sociales distintas y al fomentar,<br />
por ejemplo, la segregación por lugar<br />
de residencia (Durlauf, 1996).<br />
El análisis de la transmisión intergeneracional<br />
de la inequidad busca establecer<br />
hasta qué punto las circunstancias socioeconómicas<br />
y educativas en las que<br />
se desenvolvieron los padres afectan,<br />
positiva o negativamente, el logro o<br />
resultados de sus hijos.<br />
La movilidad intergeneracional<br />
en Honduras en el contexto<br />
latinoamericano<br />
Los procesos de movilidad social en<br />
los países latinoamericanos han sido<br />
estudiados, y muestran que la movilidad<br />
intergeneracional es baja en Latinoamérica.<br />
La evidencia de Brasil, Chile, México<br />
y Perú, muestran que la escolaridad es<br />
una herramienta poderosa para moverse<br />
a través de la escala socioeconómica,<br />
principalmente para los sectores sociales<br />
por debajo del promedio nacional (de<br />
Hoyos, de la Calle, y Székely, 2009; Gaviria,<br />
Behrman, y Szekely, 2001; Puga y Solís,<br />
2010; Torche, 2010) .<br />
En Latinoamérica, la región centroamericana<br />
es la que más bajos indicadores<br />
de movilidad intergeneracional<br />
reporta en los análisis internacionales<br />
sobre la materia. Para el caso de Honduras,<br />
se ha usado con cierta frecuencia<br />
un indicador de brecha educativa (años<br />
logrados vs. los que alguien debería<br />
lograr a cierta edad). Con el uso de este<br />
indicador en el clásico análisis de (Andersen<br />
y Dept, 2001), Panamá y El Salvador<br />
lograron mejores índices de movilidad<br />
que Honduras y Guatemala, aunque<br />
más recientemente, De Ferranty, Perry,<br />
Ferreira y Walton (2003) encontraron que<br />
El Salvador registra una menor movilidad<br />
intergeneracional que Honduras, lo que<br />
resulta consistente con el análisis de<br />
(Dahan y Gaviria, 2001).<br />
Entre los hallazgos de investigación<br />
que han sido replicados con cierta<br />
frecuencia se encuentra el tipo de<br />
población donde la movilidad intergeneracional<br />
ocurre. Estudios en Bolivia<br />
Separata 1<br />
SEPARATA 1: SIN MOVILIDAD INTERGENERACIONAL LA INEQUIDAD SE PERPETÚA 75<br />
Sin movilidad intergeneracional la inequidad se perpetúa