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ESTRUCTURA TEÓRICA DEL PROGRAMA ARQUITECTÓNICO 311<br />

y, a la vez, motive las reflexiones a que paulatinamente nos ha de conducir.<br />

Nos servirá para nuestro propósito la arquitectura del pasado<br />

siglo XIX, cuyo estudio, por estar aún en la mesa de disección del historiógrafo<br />

y del crítico, nos permitiera cierta libertad de movimiento.<br />

Bien sabido es que el pasado siglo fue denominado "de las luces"<br />

por el avance extraordinario que, al lado del anterior, registró en todos<br />

los órdenes de la cultura humana, o al menos la occidental. Sin embargo,<br />

en el terreno de nuestro Arte, su arquitectura se dirigió durante casi<br />

toda ia centuria, hacia la resurección de las formas arquitectónicas de<br />

tiempos anteriores, algunos muy remotos, y pertenecientes a lugares<br />

geográficos y a culturas muy distantes del sitio y tiempo en que se intentaron<br />

revivir.<br />

Decimos que fue esta dirección dominante por casi toda la centuria,<br />

porque simultáneamente a la construcción de obras de dimensiones<br />

grandiosas, que dieron fisonomía a las ciudades más destacadas de ese<br />

tiempo, lo mismo europeas, que americanas y de los otros continentes,<br />

estuvo no latente, sino activa, aunque débil y por ello impotente, la<br />

inconformidad con el camino aceptado por los poderosos de la época,<br />

lo mismo gobernantes que sus arquitectos y sus críticos. Diríase que<br />

subterráneamente se incubaba desde principios del siglo la reacción<br />

que había de aflorar a sus postrimerías, volcándose contra el academismo<br />

y el arcaísmo imperantes. No podemos, al estudiar este caso, tan sólo<br />

desde el punto de vista que nos interesa, dejar de tener presentes a todos<br />

aquellos que en sus Tratados de Arquitectura estimularon la aparición<br />

de los nuevos tiempos, sin haber logrado sus mismos autores evadirse<br />

del formalismo arcaizante que los envolvía; tampoco olvidamos a los<br />

grandes creadores que paso a paso fueron también, dentro del mismo<br />

arcaísmo, plantando las nuevas direcciones que habían de florecer ya<br />

entrado nuestro siglo xx.<br />

Las formas que seguían aquellos creadores de grandes obras durante<br />

la centuria del diecinueve, fueron elegidas no enteramente a voluntad<br />

de ellos y de sus clientes, sino en muy grande proporción a resultas de<br />

las ideas directrices de grandes críticos, que lo fueron por las vivencias<br />

avanzadas que nos legaron, enmedío, como a los mismos arquitectos<br />

aconteció, del fardo irrenunciable de otras ideas acumuladas históricamente<br />

y que desembocaron en su tiempo. Unos y otros, según la certera<br />

frase de Georges Gromort, fueron grandes arquitectos o críticos, dentro<br />

de una pobre arquitectura o crítica, pobre no en sus dimensiones y medios<br />

económicos, porque de ellos abundaron, sino en sus discutibles

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