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ESTRUCTURA TEÓRICA DEL PROGRAMA ARQUITEÍTrÓNICO 343<br />

extensión de tal digresión quedaría fuera de lugar. Baste, por ejemplo,<br />

comparar lo social o lo histórico de Dvorak o aun de Worrínger con /.<br />

lo que, por estos mismos conceptos, entienden Míchel, Goldsmid o el<br />

conocido escolarmente Fletcher. Dice un discípulo de Wolfflin, Ángel<br />

Guido, a este respecto {Concepto moderno de la historia del arte.<br />

1936, p. 62). "El método de Fletcher es el siguiente: Todos los estilos<br />

se estudian después de este cuadro de anticipaciones: Geología, Geografía,<br />

Chmatología, Religión, Historia, Medio Social e Historia... ^<br />

Según Fletcher, con igual intensidad influencia la geografía, pongamos<br />

por caso, a la arquitectura egipcia como al Renacimiento francés o<br />

italiano. La geología, el clima, la religión influencian con idéntico<br />

peso sea a la arquitectura griega, como el barroco a la arquitectura<br />

del siglo pasado". Con referirse aquí concretamente a la teoría<br />

del estilo, en realidad el método es parejo cuando a la creación se<br />

refiere, pues que la dicha corriente, al así juzgar, intenta colocarse<br />

en los mismos caminos que supone recorrió en conjunto la creación<br />

y, por ende, cada artista.<br />

Para ilustrar lo dicho, aparte de vol<strong>ver</strong> a los esquemas que hemos<br />

aprovechado en nuestras anteriores exploraciones, será productivo comprobar<br />

cómo las di<strong>ver</strong>sas exigencias del problema y sus determinantes,<br />

al vivirlas colectividad y artista, han proyectado en di<strong>ver</strong>sos tiempos<br />

diferentes programas generales y, consecuentemente, di<strong>ver</strong>sas soluciones.<br />

Cabe aclarar que al exponer formas arquitectónicas como ilustración<br />

de sus programas y de sus problemas, necesariamente estamos empleando<br />

el método que puede actualmente seguirse, aceptando que ineludiblemente<br />

toda obra presenta la huella de su proceso creativo y en<br />

nuestro arte de las finalidades causa —a cuyo amparo nació, finalidades<br />

que— a la altura de todo lo estudiado hasta quí, nos permiten<br />

entre<strong>ver</strong> lo que fue programa, lo que se presentó como problema y<br />

después la proyección formal en que concluyó la obra creada. Ortega<br />

decía, y lo citamos con frecuencia por su brevedad y bella claridad:<br />

"Aun sin que el hombre se lo proponga, difícil es, que al actuar sobre<br />

una materia, no deje en ella alguna huella de intencionalidad, esto<br />

es, que el objeto corporal, una vez manipulado por él, añade a sus<br />

propias cualidades la de ser señal, símbolo o síntoma de un destino<br />

humano". {Papeles sobre Velázquez y Goya, 1950, p. 18).<br />

Mostraremos por lo dicho, más que como demostración, como mera<br />

ilustración que afirme las convicciones y reste aridez a nuestras reflexiones,<br />

tres casos referentes al determinante, climático, que han dado en<br />

tres momentos y lugares, programas diferentes y, consecuentemente,

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