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34¿ MEMORIA DEL COLEGIO NACIONAL<br />
que le rodean"; sólo que más adelante, al vol<strong>ver</strong> a referirse a la ley, la<br />
orienta hacia la aceptación o rechazo de las obras que, cual individuos<br />
dei reino animal o vegetal, satisfacen o no las características de la especie<br />
a que se supone pertenecen, eliminándolas de ella si no reúnen<br />
la totalidad de requerimientos establecidos por el naturalista clasificador.<br />
"De donde deducimos que en todo caso complicado o sencillo,<br />
el medio, es decir, el estado general de las costumbres y del espíritu,<br />
determina la especie a que pertenecen las obras de arte, no admitiendo<br />
más que aquellas que le son conformes y eliminando las otras especies<br />
por una serie de obstáculos interpuestos y de barreras renovadas a cada<br />
paso de su desarrollo". Aunque la cita que va a seguir se refiera en lo<br />
particular a la pintura y a la escultura, deseo, no obstante, traerla aquí,<br />
porque de manera muy breve explica el párrafo que acabamos de escuchar:<br />
"Consideremos ahora al hombre corpóreo juntamente con las artes<br />
que lo representan y tratemos de investigar cuáles son, en este caso,<br />
los caracteres beneficiosos. El primero entre todos es, sin vacilación<br />
ninguna, la salud completa, y aún con más propiedad, la salud floreciente<br />
... La obra es más o menos bella según expresa con mayor o<br />
menor plenitud los caracteres beneficiosos del cuerpo. En los escalones<br />
más bajos se halla el arte que prescinde intención al mente de la hermosura<br />
corporal". Sigue exponiendo una serie de consideraciones acerca<br />
de las pinturas y figuras bizantinas y después románicas y medievales<br />
hasta el renacimiento italiano, asentando que la falta de salud de los<br />
cuerpos representados hace que se consideren esas épocas en desestimada<br />
postura frente a las que sólo usaron cuerpos sanos, fuertes y<br />
bien formados en el sentido clásico griego del siglo v. O sea, como<br />
podrá colegirse, esta doctrina, aun expuesta por un positivista que en<br />
sus lecciones se sale por su propio genio del materialismo, a que desea,<br />
sin embargo, pertenecer, y con su idealismo, sin saberlo quizá, rebasa<br />
su voluntad, no considera el medio, las costumbres y la raza, sino como<br />
meros elementos que ciegamente determinan las especies y las formas<br />
de arte, sin tomar en consideración, para nuestro propósito y tema,<br />
que la cultura está produciendo un impacto consciente o no por parte<br />
del artista, sobre los problemas o temas, sobre las vivencias que el<br />
conglomerado obtiene de ellas y sobre la propia del artista que, en suma,<br />
crea una obra con una serie de raigambres tan complejos, que se hace,<br />
si no imposible, sí al menos bien difícil, llegar a desenmarañar para<br />
localizar los nexos originales que le han dado existencia.<br />
Tendríamos que recurrir a los nuevos caminos que se han abierto<br />
en la teoría del arte, para alcanzar la deseable evidencia, sólo que la