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ESTRUCTURA TEÓRICA DEL PROGRAMA ARQUITECTÓNICO 329<br />

cacíón dada como regentes de todos los programas que ahí tengan asiento;<br />

y por Programa Particular todas aquellas que no puedjen estar dentro<br />

de las quf rigen en esa ubicación, escindiéndose éstos fn dos aspectos<br />

más, el que denominaremos Genérico y el que dentro dé él o de varios<br />

de ellos corresponde a la obra propiamente individual, a ésta que, al<br />

sumarse a todas, da lugar a las abstracciones de que hablábamos: a los<br />

Géneros y a los Estilos. A los Programas Genéricos y a los Programas<br />

Generales.<br />

Según esta convención, porque no puede ser otra cosa, los Programas<br />

Generales tendrán como unidad comensmattva las culturas y las<br />

amplitudes de los fines causales que abarquen, pudiendo por tanto formularse<br />

programas que comprendan a la humanidad en su totalidad si<br />

las finalidades programáticas se reducen a los fines esenciales; a áreas,<br />

en nuestros esquemas, con escasa amplitud coincidente de las di<strong>ver</strong>sas<br />

culturas en que actualmente se agrupa la humanidad. Si se reduce ía<br />

amplitud a sólo una cultura, la occidental, por ejemplo, podrá haber<br />

programas generales que se refieran a di<strong>ver</strong>sos continentes, y dentro<br />

de lo continental a di<strong>ver</strong>sas naciones, para seguir así disminuyendo el<br />

radio geográfico y, necesariamente, aumentando a cambio la amplitud<br />

de las áreas coincidentes, o sea de las exigencias finales que son comunes.<br />

El programa nacional que rige a nuestro país, no puede tener<br />

con el que impera en el vecino del norte sino las coincidencias que nos<br />

genera estar en el mismo continente y pertenecer a la misma cultura<br />

occidental y, a la vez, comparado con el regente de la vecina República<br />

de Guatemala, nos revela iguales coincidencias y otras más que proceden<br />

de nuestra historia y formación étnica. Pero las diferencias serán<br />

también patentes, sobre todo cuando vamos centrando la amplitud radial<br />

a, por ejemplo, la ciudad de México: lo que rige en ella como General es<br />

notoriamente de mayor amplitud que lo que es General para todo el país<br />

con sus climas, topografías, economías y culturas locales. Si, dentro ya<br />

de esta última, comparamos sus di<strong>ver</strong>sas zonas urbanas, alcanzaremos<br />

coincidencias, pero también mayores diferencias, y si por fin, en una zona<br />

estudiamos lo que individualmente nos exige un problema determinado<br />

y preciso, para un terreno igualmente determinado y para un cliente<br />

que necesariamente plantea su problema particular e individual, nos<br />

habremos convencido de que los programas, como las culturas, se ligan<br />

de manera propia partiendo de la individualidad y alcanzando la abstracción<br />

de la generalidad, y que, a medida que estrechamos el radio de<br />

acción, las finalidades de accidente se hacen mayores y que alcanzan<br />

su máximo en el individuo mismo considerado como un caso, lo que se

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