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288 MEMORIA DEL COtEGIO NACIONAL<br />
correspondería la solución que diera al problema planteado, y en el<br />
caso escolar lo mismo, aunque los temas propuestos sean más o menos<br />
posibles y hasta reales, pero en todo caso, supuestos.<br />
Al través de los años se han visto casos semejantes en todas nuestras<br />
escuelas; otro que al azar recuerdo, es el de un alumno que proyectaba<br />
una fábrica de hilados y sus sinodales le exigieron, según él lo<br />
informó, un estudio sobre la flora local, que ilustró en preciosas láminas<br />
a colores, descuidando a cambio la arquitectura de su motivo de<br />
examen: el proyecto de fábrica. Tal parecía que estábamos aún en los<br />
primeros años del siglo, cuando el arquitecto vaciaba su ingenio en la<br />
composición de frisos ornamentales y decorativos con base en la flora<br />
y fauna locales; pero no era así, esta demanda se hacía como capítulo<br />
en la investigación del programa.<br />
Éstos y tantos otros casos, de frecuencia bíen conocida por todos, son<br />
sintomáticos y justifican el esfuerzo que actualmente desarrollan nuestras<br />
escuelas para precisar la misión del arquitecto ante sus problemas,<br />
y el alcance de un programa de autenticidad arquitectónica. Precisamente<br />
el estudio que vamos a emprender es una respuesta y una cooperación<br />
al esfuerzo de sus dirigentes para aclarar tan fundamentales aspectos<br />
de la labor profesional.<br />
Obviamente cabe preguntarse si el arquitecto debe o no estar preparado<br />
para organizar cuanta empresa humana pueda imaginarse, lo mismo<br />
un hospital de cualquier tipo, que una escuela de aviación sideral<br />
o una fábrica de automóviles, sin otros estudios que los de su formación<br />
profesional, ni armas diferentes a las de su mejor voluntad por servir,<br />
ya que en las escuelas de arquitectura lo que se aprende, o al menos<br />
debe aprenderse, es a dar forma construida arquitectónicamente a los<br />
problemas de espacialidad que cualquier tema le plantea en su propio<br />
campo, el de la arquitectura.<br />
Este capital punto ya lo desarrollaremos en otro de nuestros venideros<br />
capítulos al obtener paulatinamente la estructura del programa.<br />
Por ahora, nos conformaremos con hacer sentir así, por encima de la<br />
superficie, lo indispensable que es vol<strong>ver</strong> a los conceptos esenciales, del<br />
Programa en nuestro caso, para resol<strong>ver</strong> éste y tantos otros temas que<br />
se presentan al arquitecto de hoy en demanda de clarificación y hasta<br />
de definición sustancial.<br />
Concretamente nuestro tema penetrará sucintamente, como decía<br />
anteriormente, en la esencia teórica del Programa arquitectónico. El estudio<br />
de la clasificación genérica de los problemas no estará incluido<br />
en él, pese al interés que actualmente guarda en la enseñanza, pues que