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ESTRUCTURA TEÓRICA DEL PROGRAMA ARQUITECTÓNICO 341<br />
re<strong>ver</strong>sible la sinonimidad, o sea que todo lo moderno o todo lo regional<br />
sea arquitectónicamente válido, pues que muchas cosas, con ser modernas<br />
o con ser regionales, obviamente no son ni pueden ser necesariamente<br />
ni obras de arquitectura ni obras valentes positivamente como<br />
arquitectura. Pueden serlo de escultura monumental o de cualquier<br />
otra actividad. No debe, pues, confundirse esta acepción con la de tradicionalismo<br />
folklórico o histórico nacional.<br />
La categoría de lo subjetivo-objetivo del programa y Ío eminentemente<br />
objetivo del problema que ha ocupado con bastante amplitud<br />
nuestra atención en otro de nuestros capítulos, sería suficiente para<br />
evitar caer en un error en que, sin embargo, se sigue incurriendo: confundir<br />
los determinantes objetivos o problema con tos elaborados ya en<br />
la vivencia programática, o sea lo que se le da al creador como problema<br />
y lo que él aprehende y, como hemos también explicado, inicia a crear.<br />
Esto, sin perjuicio de que la cultura, al influir sobre la misma vivencia<br />
del artista, le conduzca en muchas ocasiones sin mediación de razonamiento<br />
ni de consciencia hacia la plasmación en forma arquitectónica<br />
de algún elemento fundamental que late o envuelve al problema de su<br />
momento histórico. Como explicó Heggel, se pasa de ía intuición plástica<br />
a la expresión artística sin intermedio raciocinante alguno, lo que<br />
deja en la obra huella elocuente y, en apariencia, ignorada por el artista<br />
de algún determinante humano-cultural.<br />
La citada categoría, puede explicar con amplitud, al desarrollarla<br />
por otros caminos, temas tan apasionantes como el de la estructura del<br />
estilo colectivo en el arte arquitectónico, aprovechando simultáneamente<br />
un haz de doctrinas que ayudan a desentrañar los muchos misterios que<br />
presenta la forma de arte frente al artista creador, al artista gustador<br />
y la colectividad a que ambos pertenecen. Sin embargo, por ser, como<br />
se decía antes, frecuente incurrir aún en la idea positivista de que los<br />
determinantes conducen irremisiblemente a ciertas formas de arte y de<br />
que al no conducir desautorizan a la obra a ser considerada como tal,<br />
se justifican unas cuantas palabras acerca del punto. La conocida "teoría<br />
del medio", cuyo gran expositor fuera Hipólito Taine y cuyos más<br />
destacados seguidores, al estilizarla en realidad la fosilizaron, asentó<br />
que la raza, el medio y el momento determinan las formas de arte.<br />
Taine, en sus estupendas lecciones de Filosofía del arte, dice, por ejemplo:<br />
"Una vez examinada la naturaleza de la obra de arte, corresponde<br />
estudiar la ley de su producción. Esta ley puede, por de pronto, expresarse<br />
en estos términos: La obra de arte está determinada por un conjunto<br />
formado por el estado general del espíritu y por las costumbres