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ESTRUCTURA TEÓRICA DEL PROGRAMA ARQUITECTÓNICO 291<br />

energías y talento. Por otro lado, es alentador comprobar que la mayoría<br />

del profesorado de los Cursos de Teoría en nuestras escuelas de todo<br />

el país, prosigue roturando el campo de este tema. El presente estudio<br />

no es otra cosa sino una con<strong>ver</strong>sación que resuma, y en cierta forma<br />

complemente, lo que se ha expuesto en el aula desde hace ya treinta<br />

y seis años.<br />

Una primera aproximación apoyada en la experiencia cotidiana más<br />

sencilla, nos lleva a la obvia aprehensión de la trilogía de determinantes<br />

formales que estructuran elementalmente una programación fáctica;<br />

misma que habremos de explotar mejor en la persecución de las categorías<br />

sustanciales, pero particularmente, por lo obvias que son y por<br />

£u raigambre fenómeno lógica, en la configuración práctica del programa<br />

en sus determinantes fundamentales.<br />

Al planteársenos un problema arquitectónico cualquiera, intuímos<br />

con claridad todo el proceso mental que sigue la creación de una forma.<br />

Si por acaso se nos solicita construir una casa, lo primero que no ocurre<br />

es preguntar qué sea una casa, porque de ella tenemos en nuestro criterio<br />

de arte una doble imagen, el arquetipo casa, que llamaron los<br />

griegos, adquirido dentro de la cultura en que vivimos desde que comenzaron<br />

a pensar; y la idea más o menos compleja y multidirlgida<br />

del mismo arquetipo casa, que nos dio la formación escolar y quizás<br />

también la deformación que históricamente nos hemos hecho de él. Lo<br />

que preguntaremos de inmediato es qué tipo o especie de casa se requiere,<br />

qué capacidad, qué modalidades del vivir la casa se estipulan,<br />

y en suma, todas las particularidades que exige nuestra imaginación para<br />

salirse del arquetipo casa y penetrar en la concreción de una casa en lo<br />

especial, en lo individual. Si se nos agregase como respuesta a nuestras<br />

preguntas, que se desea una casa ideal, argüiríamos que lo ideal no puede<br />

darse sino dentro de lo específico e individual. Una casa ideal para<br />

qué condiciones, responderíamos preguntando de nuevo, Y aquí tenemos<br />

precisamente el primer determinante formal: el para qué, el destino.<br />

Sin conocer la proyección individual del destino, nos quedaríamos, como<br />

se dijo, en el arquetipo, en la idea casa y nada más.<br />

Sin embargo, nuestra imaginación creadora de una forma de casa,<br />

no podrá operar conociendo sólo esa proyección individual de que hablamos,<br />

porque si la casa que se nos pide va a ubicarse en la costa tórrida,<br />

en la montaña fría o en el altiplano templado; en una superficie<br />

agreste y accidentada o en una llanura horizontal, el destino aisladamente<br />

nada puede aportar como forma de auténtica solución al problema<br />

en su bastedad y totalidad. La casa de nuestro ejemplo será dife-

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