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352 MEMORU DEL COLEGIO NACIONAL<br />

nóstico; a algo que también es subjetivo-objetivo como el programa. Hl<br />

arquitecto, basado en su vivencia programática, asciende de inmediato<br />

a la composición formal y mediante un proceso mitad creativo, mitad<br />

técnico, mitad manual, llega a precisar su creación en todas sus partes<br />

de modo de hacerlo posible como una realización espacial construida. La<br />

expresión de la vivencia tenida por el arquitecto frente a su problema,<br />

sólo adquiere cabal expresión en la forma espacial creada arquitectónicamente,<br />

o sea, por consecuencia, que ningún programa alcanzará su<br />

expresión acabada o perfecta si no es al través de la creación misma.<br />

Una observación, aparte del tema que ahora tratamos, puede ser productiva;<br />

en nuestras exploraciones hemos echado mano, de continuo, de obras<br />

realizadas, precisamente porque sólo en ellas encontramos la vivencia<br />

autenticada del creador, aunque como es obvio y ya lo hemos hecho<br />

notar, su vivencia se encuentra en todos los casos envuelta por la cultura<br />

misma.<br />

Guadet decía que el programa, confundiéndolo entonces con el problema<br />

de nosotros, pertenece al cliente y que al arquitecto lo que corresponde<br />

es la solución. Hacía un aforismo que de todos modos resulta<br />

elocuente y claro: "Al cliente el programa, al arquitecto la solución",<br />

o dicho en términos de nuestro estudio: "Al cliente el Problema, al<br />

arquitecto la solución". Con todo lo estudiado hasta aquí, se comprende<br />

bien el alcance de esta expresión, pues que ya estamos en condiciones<br />

de diferenciar lo que es principio de solución, el programa propiamente<br />

dicho, y lo que es dato externo y ajeno al arquitecto, el problema que<br />

pertenece al cliente a que se refería Guadet. Nada más equivocado, por<br />

tanto, la postura que, como decíamos al iniciar nuestro estudio, adoptan<br />

en multitud de casos nuestras escuelas o algunos de sus profesores. Suponer<br />

que el arquitecto, por el conocimiento que debe tener de los problemas<br />

genéricos arquitectónicos, se encuentra en posición de una multitécnica<br />

que le faculta, con autoridad de profesional, a intervenir como<br />

organizador de cuanta actividad humana exista, cosa ésta que aparte<br />

de aparecer sensatamente insensata, pues tal pretensión resulta sin base<br />

seria y, desde luego sin preparación profesional por parte del arquitecto,<br />

puede calificarse claramente de improcedente tras el estudio que hemos<br />

realizado y la comprensión que ya poseemos; así es de espetase de la<br />

naturaleza y estructura del programa y del problema.<br />

Nuestra escuela mexicana, desde el año de 1924, sustenta esta doctrina<br />

y para su satisfacción y méritos, entonces implantó en las clases de<br />

composición la investigación del problema, para iniciar al través del programa,<br />

la creación. Entonces la idea consistía en poner al alumno en

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