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cío» de los Jardines Botánicos de Mégico, Lima y Canarias;
el engrandecimiento del de la Corte; las cátedras
nuevamente establecidas en Sevilla, Cartagena y
Valencia, habian obrado en la Monarquía una fermentación
, cuyos productos debian proporcionar nuevas
adquisiciones á la ciencia. Las costosas espedicioncs i
á mas de las de la Península, prosperaban maravillosamente,
y remitían nuevos objetos dignos de la atención
de los naturalistas. Riquezas en verdad preciosa»,
pero estériles mientras permanecieran estancadas en los
armarios de un archivo; era menester ponerlas en cir­
cuí unces no podía dársela la magnificencia debida á la
naturaleza de la obra. Arbitróse el medio de dedicar á
este objeto un periódico,que salió á luz con el título de
Anales Je historia natural, y para dirigirle son diputados
cuatro sabios. 1). Antonio José Cavanillcs es uno de
ellos lí. Sus escritos daban suficiente garantía del feliz
desempeño de la mayor parle de las materias que debía
comprender. Los artículos que llevan su nombre
le hacen honor, y el haber cesado con su vida la publicación
de esta interesante obra, manifiesta que él era
el alma de la empresa.
Importantes fuerou todos estos servicios al progreso
de las ciencias entre nosotros, pero los mas señalados
y dignos del reconocimiento nacional son los que prestó
á la Botánica mientras tuvo á su cargo la enseñanza.
Ocupado estaba en dar la última mano á la preciosísima
colección de Heléchos, que habia reunido el sabio
víagero D. Luis Née, para incluirla en el 7.° tomo de
sus Icones, cuando fue nombrado por S. M. Caledráti-
. co de Botánica y Director del Real Jardín de la Corte
14. Esta elección , sí se csceptúan unos pocos deslumhrados
por el interés y espíritu de parcialidad, fue
generalmente aplaudida , porque se consideraba ser medio
muy á propósito liara adelantar el estudio y justo
obsequio al mérito del Señor Cavanillcs, así CUIDO el