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impresión que le habían liecho los objetos con quienes
había vivido en una edad en que lodo hiere con
violencia , el amor de sus abuelos, y de un maestro
nueiido, le obligaron á regar con lágrimas el camino
de ja antigua Edcta.
Admitido en su Universidad literaria, cursa la lilosolía
y la teología escolástica, defendiendo conclusiones,
y distinguiéndose por cuantos medios pudo. La
aridez de estos estudios no deja campo ¡d tálenlo para
brillar y remontarse sobre los demás. Unn barrera impenetrable
pone cuota á sus deseos, y es preciso caminar
á paso lento, aunque el atleta se sienta con fuerzas
v>ara correr. ¿Y en qué se empleará la imaginación de
llayer, si IM> hasta á saciar su ansiedad una sola cien*
cia.' Haya ya su vida en los años peligrosos: un mundo
encantador le brinda sus delicias: lina juventud desenfrenada
le alienta con su cgemplo á seguir el carro del
deleite; y las pasiones mismas, que brotan en sil corazón
, le impelen , le arrastran suavemente y le van
lanzando cn el laberinto de los placeres.
Pero antes de pisar su senda se detiene el joven
valenciano: oye el delicioso canto de las sirenas: vé
las llores que crecen eu la espaciosa llanura; y distingue
espinas entre sus hojas. Era de una figura hermosa,
su tez amable y risueña estaba sombreada por una especie
de mageslad que infundía respeto, y en sus negros
y brillantes ojos se leía la confianza. Estas prendas
poderosas á grangearle el aprecio general , eran incentivos
y desperladores de las nacientes pasiones. Su
grande y virtuoso corazón atropella por ledo: mura
su virtud con el sufrimiento , su inocencia con las
privaciones, y se resuelve á renunciar los placeres y
dedicarse al alto ministerio del altar. Heroica resolución',
fácil de tomar )' difícil de cumplir con la pureza
y religiosidad con que la observó llayer.
¿Y qué diremos de los conocimii-ntos teológicos que
mostró al graduarse en Gandía? ¿Qué de su aplicación
cuando concurría á la academia du teología moral de