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lios que en los últimos años recibió do sus discípulos,
solo Cavanilles lia dejado mas moimmcnlos botánicos,
que todos los españoles que le hablan procedido. Lego
al Jardín su herbario, y á la nación cutera una escuela
entusiasta de la ciencia y del -sabio que la regeneró entre
nosotros. Ella tomó el empeño de inmortalizar el
nombre de su fundador y de propagar su doctrina : y
lo han conseguido sus beneméritos alumnos, entre los
cuales se cuentan D. Simón de Rojas Clemente, cuyo
singular mérito con tanta anticipación proveyó su Maestro
l»j D. Mariano La-Gasea, I). José bemelrio Rodríguez,
D. Vicente Soria no y otros, que repitiendo las
lecciones que aprendieron de Cavanilles, han difundido
el gusto y las luces de Ja Botánica , y multiplicado
el número de los amantes de esta útil ciencia , hermana
y en parte maestra y directora de la Agricultura.
A'o, no perecerá el nombre de Cavanilles, ni se obscurecerá
su gloria mientras se tenga en aprecio el estudio
de las plantas y so houre entre los hombres el mérito
do los literatos. Sus discípulos, llevados del reconocimiento
y tierno amor, que le profesaban, han pasado
su grata memoria á los que les han de suceder, para
que estos la entreguen á los que vengan en pos de
ellos, y así de mano en mano, di 1
generación en generación
, siga el curso do las edades y llegue á la posteridad
mas remota. También la recordarán las mejoras
que procuro al Real Jardín de Madrid, y cuando el
tiempo devorador consuma las riquezas del herbario,
arruine los estanques V destruya las estufas, preciosos
monumentos,que publican el celo de su antiguo Director,
subsistirán las obras maestras, que salieron de su
pluma, á no ser que desplomaudose el edificio de las
ciencias las sepulte bajo sus escombros. Cuantos se dediquen
al estudio ile la Botánica y recorran el orden
Poliandria do la clase Honadelphia, y lleguen al último
grupo do la familia de las malvácoas repetirán el
nombre de Cavanilles , que es el que Ruiz y Pavón
dieron en la Flora del Perú al gran árbol -°, que vive