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Dos franceses que llegaron i nuestra capital hace
tinos siete ú ocho años, y que quizá serian los menos
instruidos de su patria, enseñaron á algunos de nuestros
maestros el secreto de sacar colores que aquí no
se hahian visto, valiéndose de simples y líquidos espirituosos,
lo cual era peregrino en este país; les
revelaron la composición de algunas tintas azules que
se hahian creído inimitables hasta entonces por la
debilidad (esta era su espresion ) de nuestras aguas, y
en poco tiempo se propagaron estos importantes secretos,
de forma que ya se sirven y utilizan de ellos
hoy todos nuestros tintoreros.
Infiérase de aquí , cuan i poca costa se harían populares
las operaciones químicas aplicadas á las artes
en esta ciudad , atendidas la viveza y la penetración
del carácter valenciano sujeto por desgracia á las respetadas
rutinas que le tiene maniatado.
Algunos qnimicos franceses hallarían en nuestro
mismo suelo, nuestras plantas y sustancias , colorantes
y nos ensenarían las mezclas y combinaciones que no
conocemos ni podíamos imaginar hasta ver el admirable
efecto con que encantan nuestros ojos. La instrucción
en esle ramo y la perfección del colorido es
muy interesante á todas las fábricas, y acaso la que
ha graugcado la preferencia que se da á los géneros
franceses, y principalmente á los de algodón mas estimados
hoy que los de esa célebre Inglaterra con los
que anles apenas rivalizaban.
La opinión tan común en esta ciudad, de que
las aguas de sus pozos se oponen á la hermosura del
colorido , exige que se baga su análisis y cuantas esperiencias
sean menester, basta aveiiguar su exactitud
ó falsedad tanto para destruir los efectos de esta
preocupación , si lo es realmente, cuanto por su mucha
influencia en el crédito de la fábrica, debia procurarse
inmediatamente la subsanacioii de este defecto
, aun cuando fuese preciso construir los tintes y
lavaderos en el rio, ó aprovechar por otros medios.