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de lengua hebrea , y Yililiano Donad , célebre botánico
, quienes le presentaron al Bibliotecario Berta.
La amistad de Bayer con estos eruditos, fue la causa
de que no solo le facilitasen sus manuscritos y una
entrada franca á todas horas en la biblioteca , sino
también de que tuviesen conferencias, en las cuales
discutían los puntos mas interesantes de la anticuaría
y de la literatura hebrea. Allí, según escribía el mismo
Bayer poco después al Señor Passini , aprendió á
no resolverse á creer la certeza de un monumento antiguo,
sin que las congeturas y razones que hubiese en
su favor contrapesasen todas las impugnaciones posibles
que se pudieran oponer. Grande fue su sentimiento al
dejar tan caros amigos para seguir su ruta : pero partía
con el consuelo de haber merecido tantas atenciones á
los estraños, y partía enriquecido con noticias curiosas
y con copia de preciosos documentos.
Después de haberse detenido algún tiempo en Genova,
pisó la ciudad de Milán, donde le distinguieron
con su amistad los Señores Porta y Oltrochi, el primero
Catedrático de hebreo , y el segundo Bibliotecario
de la famosa Ambrosiana, que le facilitó los instrumentos
que necesitaba para el cumplimiento de su cometido.
F.l Señor Oltrochi le regaló al despedirse un egemplar
del Horacio de la celebrada impresión de Londres, y
un Homero de magnifica edición, para que conservase
una memoria de su cariño.
Con no menos distinciones le honró en Brescia el
Conde Boucaglia estrechando los lazos de una-íntima
amistad , que duró lo que sus vidas. De aquí partió
para Cremona y después visitó á Mantua, gozando la
satisfacción de ver el sepulcro del inmortal Cantor de
Eneas. En Vernna trató al anciano Marqués Scipion
Mallei, tenido en primer concepto entre los literatos y
anticuarios italianos. En el hermoso museo de este sabio
víó preciosidades que le eran desconocidas hasta:
entonces, y entre ellas un siclo samarilano que ansiaba
para la obra que habia determinado escribir, flotando