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haciendo apuntación sobro su contenido , y observando
lo mas notable (pie en ellos encontraba. En
los manuscritos latinos no bailó otra cosa qne Iraduccioues
mas ó menos apreriahles de las obras sagradas,
de los filósofos de la antigüedad , y entre ellas un códice
hebraico de los escritos de Aristóteles, traducidos
dd árabe al hebreo por Muses llar Saimirí llar Jchuda
('•*): pero de los hebreos y griegos sacó noticias
muy dignas de aprecio por conducir á la indagación
de verdades que se ignoraban hasta entonces. Finalmente
, estractando los códices mas raros castellanos
vio brillar una lu/. débil , que le descubrió y enseñó
muchas voces de la antigua lengua española , cojos
Vestigios en vano habia buscado con lanío empeño y
por tanto tiempo el erudito y sabio anticuario Manuel
Martí. Entonces fue cuando descubrió dos códices an­
, s
teriores al siglo catorce ( ). Pero la curiosidad del
Señor Bayer se cebó principalmente en los códices
arábigos, cuyo índice formaba Casiri. Vinieron á sus
manos manuscritos de los árabes sobre la pólvora, los
relojes aulómalos, la péndula, la medida del tiempo,
los observatorios é inlmílos asuntos, tan iutcresanles
para aclarar los conocimientos de los árabes sobre la
física y la astronomía. Enriquecido su entendimiento
con tantos tesoros «pie hahii hallado, concluyó su Irabajo
en cinco tomos, con el titulo de : Catálogo ile los
manuscritos hebreos , griegos , latinos y castellanos,
trabajo que requería luda la vida de un hombre.
Regresó después á Toledo, donde le llamaban sus
sagradas obligaciones. En Abril de 1/G5 se hospedó en
su casa D. Crislóval de Medina-Conde, Cenó ni go de
Málaga , que deseaba autorizase con su dictamen el
hallazgo de ciertos monumentos supuestos: pero esto
hecho exige mayor esplicacion.
Intentaron persuadir algunos impostores que en
la alcazaba de Granada liabiau sido hallados en 1754
diferentes monumentos amigaos $ tanto sagrados como
profanos. Cno de los que mas se interesaban en