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P A R T E PRIMERA.
Del lujo en general.
En la infancia rio nuestra economía política pudieron
soñar los Señores Sakesprar , Melón y Muralori
que el lujo favorecía á la industria v sostenía al comercio
I. Pero cuando los genios de Juan Bautista Say y
del Conde Destín de Trac.y lian desenvuelto los elementos
de esta ciencia y lian demostrado MIS eternas
verdades, debemos despreciar loa solismas de algunos
que se empenau todavía en sostener lan falsa opinión,
alegando cuanto mus escepciones, ó reglas particulares
que lia podido dictar una feliz reunión de circunstancias.
El consumo no es la cansa y medida de la producción
: porque consumir no es enri |Ü.-cerse : y aunque
aumentar la venia es fomentar la industria , el lujo no
liacc otra cosa que sustituir á los gastos de consumos
provechosos los de consumos inútiles. De aquí se sigue
ue inviniendo la clase pudiente el metálico en super-
Juidades, carece de el para hacer cultivar los campos
desiertos, levantar y sostener fábricas \ abrir caminos
v canales con el fm de facilitar loa transportes: roba á
la industria fabril una porción de brazos que inutiliza,
que solo consume sin producir. Tanto roíanle . tanto
cayo, tanto mayordomo que solo vejelan al lado de
sii señor ya ú la trasera de un coche, ya sentados en
una antesala , ya la mayor parte del tiempo en la inacción,
serian otros lautos labradores ó artesanos útiles
al estado: le enriquecerían con sus producios, le dilatarían
con su trabajo, y le aumentarían dándole hijos
en sus matrimonios. Calcúlese ahora aproximadamente
los individuos que en cada criado usurpa .i la nación un
poderoso; y fórmese un paralelo de los que el lujo emplea
hoy día con los precisos q lebiera tener, y con
los cuales se contentaría la virtuosa moderación 2
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