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hizo ti Ministerio de Francia la Junta general de Beneficencia
de aquel Beino, y se halla cstractada en el
tomo 8." del Semanario de Agricultura y Arles, pondrán
,i la Suciedad en estado de enterarse á fondo en
una materia tan útil, y que yo omito por evitar prolijidad
, y no escederuie de los estrechos limites de una
memoria. .
Siendo, pues, imposible que la Junta pague con
dinero lus jornales de los trabajadores, por su mucho
número y escasez, de fondos, no resta medio, entre dejarlos
perecer ó adoptar las sopas económicas. Veremos,
pues, si tal medida con las limitaciones y variaciones
correspondientes respecto á otros paises, podrá verificarse
en esta Ciudad.
Si escribiésemos en un pueblo , donde jamás hubiesen
existido establecimientos públicos, montados cou
mas ó menos perfección y economía, los medios propuestos
parecerían ideas platónicas ó irrealizables. Pero
escribimos en una Capital, donde por fortuna se alimentan
con,sopas económicas Ja quinta parte de sus
habitantes. A primera vista causará estrañeza esta proposición,
pero nada hay mas cierto. La olla común, ó
rancho, que así llamamos en esle país, no es mas que
una sopa guisada con mas ó menos economía , según
los fondos, y para la clase de individuos á que se destina.
Pasan de ochenta los establecimientos públicos
que existen en esta Ciudad entre convenios, colegios,
hospitales, hospicios y cárceles, y en los cuales causa
admiración el modo económico con que se alimentan.
F.1 que desee aprender en esta materia , tiene en cada
uno buenos y escelentes modelos. La tropa de la
guarnición también vive en comunidad , y de sus buenos
ranchos con arroz, tocino, y las legumbres que da
el tiempo, no saldrá cada ración por doce maravedís.
Los confinados en este presidio correccional, los que se
hallan en el Grao, los que trabajan en el desmonte de
las Cabrillas, no tienen otro alimento que sus económicos
ranchos, y los vemos buenos y robustos sopor-