El MAESTRO DE IZGREV Capítulo 1º - OMRAAM
El MAESTRO DE IZGREV Capítulo 1º - OMRAAM
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ante lo Grande produciendo un estremecimiento incomprensible; el<br />
sentimiento se exalta y acuden a la mente ideas de libertad y expansión, al<br />
tiempo que una fuerza misteriosa invade y eleva todo el ser. Es que la<br />
montaña es el símbolo del alma que alcanzó su plenitud.<br />
Lástima que esta experiencia maravillosa sea, muchas veces,<br />
demasiado fugaz. Pocos llevan con ellos las riquezas que se les ha<br />
prodigado, y el instante vivido se confunde con todo ese cúmulo de<br />
sensaciones inconscientes que vagan en la naturaleza humana. Esa<br />
experiencia pertenece al alma y el hombre, en los llanos de la vida, suele<br />
divorciarse de ella. Si así no fuera, ¡qué distinta sería la humanidad! Felices<br />
de quienes puedan tomar conciencia de esto y al volver de las cimas hacer<br />
de esa transformación experimentada un punto de partida para una nueva<br />
vida, tan pura y tan vasta como la montaña, tan pura y tan vasta como su<br />
alma.<br />
Cierto día el Maestro instó a sus discípulos a que admiraran las<br />
bellezas del paisaje y en esa contemplación permanecieron largo tiempo en<br />
silencio, el que sólo era interrumpido por el cencerro de un cabestro que, a<br />
la cabeza del rebaño, ascendía por los peñascos conducido por un pastor<br />
montañés hacia una elevada pradera. Luego, la voz del Maestro detuvo el<br />
éxtasis y dijo: "Vosotros habéis venido a la montaña y el pastor ha llevado<br />
muy alto a su rebaño. Meditad un poco sobre vuestra vida física y elevadla<br />
más alto aún de lo que ahora está. <strong>El</strong> hombre debe comenzar por lo visible<br />
e ir, paulatinamente, a lo invisible; es decir, desde el mundo material hacia<br />
el mundo espiritual. Sin lo material, lo espiritual permanecería sin ser<br />
comprendido. Siempre se necesita un objeto material que actúe sobre la<br />
mente y el corazón. Al haber llegado aquí os beneficiáis del aire, del agua,<br />
de las energías que se ocultan en las mismas cimas. Aquí admiráis la<br />
belleza de la naturaleza y empezáis a pensar en Aquél que ha creado el<br />
universo. Vosotros queréis ver a Dios fuera de vosotros, en algún otro<br />
mundo. Eso es imposible. Si no lo veis en la tierra por ningún otro lado lo<br />
veréis. Lo que veis en la tierra lo veréis en el cielo; lo que no veis en la<br />
tierra, en el cielo no lo veréis. ¡Agradeced a la montaña, al aire, al agua, por<br />
los dones que os han dado! ¡Agradeced por la energía que habéis obtenido<br />
aquí! Ahora debéis aprovechar inteligentemente cuanto habéis logrado.<br />
¡Sólo el luminoso camino de la sabiduría nos guía hacia la verdad! ¡En la<br />
verdad reside la vida!"<br />
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