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El MAESTRO DE IZGREV Capítulo 1º - OMRAAM

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tonalidad. Su oratoria era llana, carente de sofisterías o afectación y acompañaba<br />

su hablar con tranquilos movimientos de las manos, expresivas como su palabra.<br />

Rara vez exponía sobre un tema predeterminado; .generalmente aparecía con un<br />

volumen de la Biblia en su mano y tomaba luego un versículo al azar sobre el que<br />

improvisaba su plática.<br />

En 1904 el Maestro se instaló en Sofía. Los hermanos de la capital habían<br />

adquirido para él una pequeña casita con patio y jardín. <strong>El</strong> ambiente era modesto<br />

pero el Maestro poseía esa rara cualidad, digna muestra de su jerarquía espiritual,<br />

de transformar todo aquello que estuviese en contacto con su aura maravillosa<br />

dándole una especial luminosidad y radiación de su propia paz interior. Así,<br />

quien se acercaba a su morada habría de sentirse, sin duda, invadido por un<br />

sagrado sentimiento de sosiego y devoción. "En la expresión externa más<br />

humilde, el contenido interno más rico", decía a sus discípulos que hubieran<br />

deseado ofrecerle algo mejor.<br />

Cuando no viajaba por el país, daba sus pláticas en una de sus habitaciones,<br />

la que al resultar insuficiente por la gran cantidad de oyentes en tan reducido<br />

espacio, le obligaba a abrir las ventanas para que pudieran escucharlo los que se<br />

aglomeraban en el patio y jardín. Todo tiempo era propicio para sus entusiastas<br />

discípulos: ni las lluvias, ni las bajas temperaturas que a veces alcanzaban los<br />

quince o veinte grados bajo cero, lograban disminuir tan asidua concurrencia. Las<br />

pláticas comenzaban y concluían con una oración. Luego se hacía silencio y<br />

todos se sumían en profunda concentración. En esos momentos se sentían<br />

invadidos por serena beatitud al influjo de la nueva vida que se descubría ante<br />

ellos; vida que tantas veces habían presentido y anhelado y que entonces se les<br />

ofrecía como néctar de eternidad.<br />

Algunos hermanos de los primeros años de la Fraternidad fijaron en cartas,<br />

memorias y biografías la más fiel descripción sobre la figura, personalidad y<br />

actividad del Maestro. De todos esos relatos nos detendremos sólo en dos; el<br />

primero de ellos dice así:<br />

"Durante la semana se desplegaba una intensa actividad en la pequeña<br />

casita. Ininterrumpidamente llegaban al Maestro visitantes con toda clase de<br />

problemas. Los hombres han perturbado su vivir y generalmente se encuentran en<br />

una situación sin salida; pero el Maestro sabe cómo ayudar, consciente de que<br />

cada uno tiene el deber de hallar por sí mismo la solución de sus problemas.<br />

Cierta vez un hermano que había sufrido mucho exclamó: 'Maestro, ¿por qué<br />

Dios me castiga así?', a lo que el Maestro respondió: 'Dios no castiga, sólo<br />

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