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Diccionario Semántico Vulgar - Radio Verdad

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también empolvada y sucia; pues, se fue a buscar una escoba y comenzó a<br />

barrer. Al terminar de barrer la sala, vio que el corredor también estaba<br />

empolvado y sucio, pues continuó barriendo el corredor; pero luego, vio<br />

que también el patio estaba sucio. Entonces, comenzó a barrer todo el patio<br />

y a ordenar todos los muebles de la casa. Cuando terminó se bañó y se<br />

cambió ropa. Mientras tanto, se llegó el mediodía y llegó el joven esposo<br />

a almorzar. Cuando entró a casa se sorprendió grandemente, pero no dijo<br />

nada. Se sentó a comer siempre sin decir nada. Al terminar de comer, se<br />

fue a sentar en uno de los sillones para descansar. La joven esposa le estaba<br />

observando los pasos con grande admiración y, después de un rato le<br />

preguntó: ―Bueno, pero si usted siempre sale a andar después de comer, y<br />

¿qué es que ahora no salió sino que se sentó a descansar.‖ ―Bueno –dijo el<br />

esposo– no veo ninguna razón para salir, si aquí en casa está todo tan lindo<br />

y hermoso‖. La esposa no respondió, pero sí aprendió la lección de que<br />

debía mantener todo ordenado y limpio para que su esposo permaneciera<br />

en casa. Cuando el predicador terminó de decir la ilustración, dijo para sí<br />

misma la madre de este autor: ―Ésa es la esposa de él.‖<br />

Las Tres Mudencas: Había una señora que tenía tres hijas, y las tres eran<br />

mudencas, o sea, que no podían hablar muy bien. Un día, iba a haber una<br />

fiesta, y las mudencas querían ir, pero su mamá no las dejaba, porque le<br />

daba vergüenza que se diera cuenta la gente que eran mudencas. Pero las<br />

muchachas le rogaban que las dejara ir, y le prometían que iban a permanecer<br />

calladas, para que la gente no se diera cuenta de su defecto. Después<br />

de tanto rogar, la mamá les dijo: ―Está bien, van a ir, pero permanecen calladas.<br />

Ninguna vaya a hablar.‖ ―Está bien‖ –dijeron las muchachas, y se<br />

fueron a la fiesta. Allá estaban totalmente calladas, por mucho rato. De repente,<br />

una de las tres le dijo a otra de ellas, hablando con la nariz y señalando<br />

con el dedo: ―Mirá vo la jaraña que va allá‖. ―No, hombre vo, no<br />

jablés, porque mi nana dijo que no jabláramos‖ –respondió en voz de regaño<br />

otra de ellas. Entonces dijo la tercera: ―Yo como por dicha que no he<br />

jablado.‖ Y todas jablaron.<br />

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