Solemnidad. Inmaculada Concepción de la ... - Autores Catolicos
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“José volvió afligido, porque no había hal<strong>la</strong>do<br />
albergue, y fue <strong>de</strong> nuevo a buscarlo con mucha<br />
paciencia; pero al fin regresó <strong>de</strong>sconso<strong>la</strong>do. Entonces<br />
dijo que conocía un lugar <strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong> <strong>la</strong> ciudad don<strong>de</strong><br />
los pastores solían refugiarse y que allí estarían bajo<br />
techado y si llegaban los pastores sería ciertamente<br />
posible permanecer en su compañía. Se dirigieron allí<br />
por <strong>la</strong> vereda que había a <strong>la</strong> izquierda, por don<strong>de</strong> nadie<br />
transitaba. El camino subía algo y <strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong> una<br />
colina, había diferentes árboles, terebintos o cedros y<br />
otros <strong>de</strong> hojas pequeñas, semejantes al boj. En esta<br />
colina había una cueva, cerrada con <strong>la</strong> puerta formada<br />
<strong>de</strong> ramas. José entró y <strong>la</strong> <strong>de</strong>spejó y limpió, mientras<br />
María aguardaba con el asno a <strong>la</strong> puerta. Después entró<br />
también el<strong>la</strong>. José estaba muy triste.<br />
“La cueva tenía unos diez pies <strong>de</strong> altura o acaso<br />
menos. El lugar don<strong>de</strong> estaba el pesebre era más<br />
elevado. María se sentó sobre una manta y poniendo a su<br />
<strong>la</strong>do el envoltorio <strong>de</strong> ropas se apoyó en él. Serían <strong>la</strong>s<br />
nueve cuando entraron en <strong>la</strong> cueva. José volvió a salir<br />
y trajo un manojo <strong>de</strong> leña atado con juncos anchos o<br />
cañas. También trajo carbones encendidos en una paleta<br />
con mango. Los puso a <strong>la</strong> entrada <strong>de</strong> <strong>la</strong> cueva y encendió<br />
fuego. Estos utensilios y otras cosas pequeñas <strong>la</strong>s<br />
llevaba consigo. Ni vi que guisara ni que comieran cosa<br />
alguna. José salió <strong>de</strong> nuevo y volvió y lloró. Ya <strong>de</strong>bía<br />
ser cerca <strong>de</strong> media noche”.<br />
“Entonces vi a María orar <strong>de</strong> rodil<strong>la</strong>s, por vez<br />
primera; <strong>de</strong>spués se sentó en <strong>la</strong> manta y apoyó <strong>la</strong> cabeza<br />
sobre el brazo en el lío <strong>de</strong> ropa. Entre tanto José<br />
estaba por su humildad a <strong>la</strong> entrada <strong>de</strong> <strong>la</strong> cueva. Ésta<br />
tenía en <strong>la</strong> parte superior <strong>de</strong>l techo tres agujeros<br />
redondos, cerrados con rejas. Saliendo por <strong>la</strong> izquierda<br />
se llegaba a ora cueva, en <strong>la</strong> misma colina o roca, cuya<br />
entrada era mayor y <strong>de</strong> allí salía el camino hacia el<br />
campo adon<strong>de</strong> iban los pastores, en el cual había,<br />
esparcidas en otras colinas, casas pequeñas y<br />
cobertizos con cuatro, seis u ocho postes ro<strong>de</strong>ados <strong>de</strong><br />
empalizadas”. (I, parte II, nº 12).<br />
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