Solemnidad. Inmaculada Concepción de la ... - Autores Catolicos

metafísicas como para compadecer a sus alumnos. ¡Los
integristas son, a la postre, meras víctimas ejecutando
un castigo merecido¡ Se ha escrito sin rubor: “Los
extremistas –dice el escritor Javier Ortiz- no son la
causa, sino el efecto de una situación marcada por
gravísimas frustraciones, injusticias y desequilibrios,
a bastantes de los cuales –dicho sea de paso- vienen
contribuyendo los gobernantes norteamericanos desde
hace décadas” (2). La especie de convertir a las
víctimas en verdugos, y a los demócratas en integristas
está extendida: “Motivos les hemos dado para su nefasta
cruzada”. (3).
“Este antioccidenalismo de vulgata, esa colección de
tópicos y falacias, abjuración directa del sentido
común y el espíritu crítico, están bien resumidos en
una “Carta al director” del diario El Mundo: “Cuando
una pequeña parte de la población de todo el mundo
controla y disfruta de una gran parte de los recursos
mundiales; cuando no sólo no se plantea un reparto más
justo, sino que cada vez se acentúan más las
diferencias, cuando una gran parte de la humanidad vive
en la miseria, la impotencia, la injusticia, la
incultura y la desesperanza se acumulan generación tras
generación y se mezclan con el integrismo políticoreligioso
podemos comprender –que no justificar- los
terribles antentados del 11 de septiembre”.
“¿Cuántas veces no se habrá escrito que el
terrorismo es producto de la pobreza? ¡Cuánto defensor
de los pobres reclamándolos como criminales¡ Muchos de
los que luchaban por salir de la pobreza, y lo estaban
consiguiendo, fueron asesinados en las Torres Gemelas,
en Atocha, Santa Eugenia y el Pozo del Tio Raimundo. No
y mil veces no. El terrorismo no es un exabrupto de los
pobres. Eso es marxismo de tebeo. Ninguno de los
terroristas responden a lo que comúnmente, se conoce
como pobreza o como pobres. “El moderno islamismo lo
constituyen hombres jóvenes de clase media o alta,
profundamente motivados, con buenas posibilidades de
ascenso social e instruidos, a menudos diplomados en
ciencias e ingeniería”.
“Los diecinueve del 11 S eran de clase media-alta, y
algunos claramente de familias acomodadas. Los del 11 M
regentaban negocios como un locutorio o una
inmobiliaria, o se dedicaban al tráfico de drogas. En
el piso de Leganés, donde se suicidaron, había cerca de
37