Solemnidad. Inmaculada Concepción de la ... - Autores Catolicos
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ESTUDIO<br />
I-12-<br />
La esperanza suprema ante un naufragio<br />
imponente.(Chésterton).<br />
“Toda reforma moral proce<strong>de</strong> por activa, nunca por<br />
pasiva”.<br />
“Y aquí volvemos a <strong>la</strong> misma fundamental conclusión:<br />
si <strong>de</strong>seamos <strong>la</strong>s reconstrucciones <strong>de</strong>finidas y <strong>la</strong>s<br />
peligrosas revoluciones que han caracterizado <strong>la</strong><br />
civilización europea, conviene atizar <strong>la</strong> i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> una<br />
ruina siempre posible, en vez <strong>de</strong> procurar apagar<strong>la</strong>. Si<br />
queremos -como los santos orientales- conformarnos con<br />
admirar lo bien que están todas <strong>la</strong>s cosas, entonces no<br />
cabe duda que conviene predicar que todo está bien. Si<br />
lo que <strong>de</strong>seamos particu<strong>la</strong>rmente es hacer andar bien el<br />
mundo, insistamos en que anda mal”.<br />
“Aceptando que haya divinidad, ésa ha <strong>de</strong> ser<br />
terriblemente revolucionaria. Que todo hombre <strong>de</strong> bien<br />
ha <strong>de</strong> ir contra <strong>la</strong> corriente no es una novedad; pero<br />
que un Dios <strong>de</strong> bondad haya <strong>de</strong> ir también contra<br />
corriente es <strong>la</strong> más sublime jactancia que pue<strong>de</strong>n soñar<br />
los insurgentes. El cristianismo es <strong>la</strong> única religión<br />
convencida <strong>de</strong> que no bastaba a Dios ser omnipotente.<br />
Sólo el cristianismo ha comprendido que el verda<strong>de</strong>ro<br />
Dios, el Dios cabal, tiene que ser a <strong>la</strong> vez un rey y un<br />
rebel<strong>de</strong>. El cristianismo es el único credo que ha<br />
sumado el valor a <strong>la</strong>s antiguas virtu<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l creador.<br />
Porque el único valor digno <strong>de</strong> tal nombre es el <strong>de</strong>l<br />
alma, que, sin romperse, pue<strong>de</strong> cruzar por <strong>la</strong>s<br />
tormentas. Y aquí toco un asunto arduo <strong>de</strong> discutir y<br />
oscuro por esencia. De antemano pido perdón si mis<br />
pa<strong>la</strong>bras son <strong>de</strong>satinadas o irreverentes, al acercarme a<br />
una materia que los santos y los pensadores más gran<strong>de</strong>s<br />
han osado abordar apenas. En <strong>la</strong> historia <strong>de</strong> <strong>la</strong> Pasión<br />
aterradora se <strong>de</strong>scubre c<strong>la</strong>ramente <strong>la</strong> i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que, por<br />
algún extraordinario modo, el autor <strong>de</strong> todas <strong>la</strong>s cosas<br />
no sólo conoció <strong>la</strong> agonía, sino también <strong>la</strong> duda. Está<br />
escrito: “No tentarás al Señor tu Dios”. No; pero Dios<br />
pue<strong>de</strong> tentarse a sí mismo. Y eso parece haber sido lo<br />
que sucedió en Getsemaní. Satán tentó al hombre en un<br />
jardín: en otro jardín tentó Dios a Dios. Pasó, <strong>de</strong><br />
algún modo sobrehumano, por/sobre los horrores <strong>de</strong><br />
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