Solemnidad. Inmaculada Concepción de la ... - Autores Catolicos

HAGIOGRAFÍA
III-3
María y Bernardita
María, Nuestra Señora, tiene un trato dulce,
delicado y respetuoso en extremo. Trata a Bernardita de
usted: nadie la había tratado así. Y su hermosura
radiante, derramada en su sonrisa, le resulta
fascinante, a la pobre criatura, por su encanto
indescifrable. Tanto, tantísimo, tanto, que la deja
subyugada y es fiel a Dios por siempre y sin poder
separarse con toda su libertad, bañada en felicidad o
en locura amorosa a belleza celestial.
¡Ay del alma endemoniada, que nunca tuvo la dicha,
de verse solicitada, y rondada por Dios mismo, para
alzarlo hasta la gloria misma de la dicha eterna¡
Pero.... pero, pero esto no está concorde con los que
pensamos los hombres, pues la invitación se cifra en
una labor de conquista, cual de esforzado soldado. ¡En
estos tiempos pastueños.... no creo haga carrera¡
Tanto así que le concede el amor fuerte llamado de
caridad: la Cruz que suele decirse. Y le dice a la
vidente: “No le prometo hacerla feliz en este mundo,
sino en el otro”. Es algo así como si le dijera: hija
mía estás de paso, yo te acompaño y te ayudo, mira a la
eternidad, donde para tu camino; no puedo ni quiero,
hija, que busques lo excusado, la felicidad aquí, me
basta y quiero que seas animosa caminante, ansiosa de
llegar pronto a la casa celestial donde pones y yo
tengo todo mi amor y dicha. ¡Esto es el quid de las
almas¡ ¡Y sin esto, se condenan¡ ¡La verdadera
esperanza¡
POESÍA
“Virgen de la Esperanza, Macarena./ Y una explosión
de sol y de armonía, / y un fluir generoso de
alegría../ y un sentir que está el alma toda llena”.
(Manuel Machado).
La grandeza divina engrandece a los que la reciben.
Esta grandeza fuerte se manifiesta en la vida de
Bernardita: sufre y padece todo tipo de
contradicciones, pero no desiste de su propósito de
espontánea fidelidad a la excelsa confidente.
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