Solemnidad. Inmaculada Concepción de la ... - Autores Catolicos
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HAGIOGRAFÍA<br />
I-7-<br />
Santa Mónica en plena borrasca<br />
mediterránea.<br />
Seny.-Un gobierno <strong>de</strong> friáis en España.<br />
“Son una tribu <strong>de</strong> aficionados que llevaría a <strong>la</strong> ruina a cualquier<br />
comunidad <strong>de</strong> vecinos”. (Era <strong>la</strong> época <strong>de</strong>l difunto Zapatero, así lo espero).<br />
Eran los tiempos en que dicen que <strong>de</strong>bería anunciarse así: “Gobierno b<strong>la</strong>ndo se<br />
ofrece a terroristas. Inmejorables referencias: A<strong>la</strong>crana. Condiciones a<br />
convenir”. (Nicolás <strong>de</strong> Cár<strong>de</strong>nas).<br />
Ya Agustín está en Milán. El<strong>la</strong> cuenta con cincuenta<br />
años.<br />
“Ya era viuda. Vivía como una monja: ayunaba, oraba<br />
y se mortificaba. A fuerza <strong>de</strong> meditar <strong>la</strong> Sagrada<br />
Escritura terminó por adquirir el auténtico sentido <strong>de</strong><br />
<strong>la</strong>s realida<strong>de</strong>s espirituales, hasta el punto que muy<br />
pronto asombrará al propio Agustín: tenía visiones y<br />
tal vez éxtasis. Durante <strong>la</strong> travesía <strong>de</strong> Cartago a<br />
Ostia, el barco fue sorprendido por una gran tempestad.<br />
El peligro se hacía cada vez más angustioso y los<br />
hombres <strong>de</strong> <strong>la</strong> tripu<strong>la</strong>ción traslucían su inquietud.<br />
Mónica, intrépida, los tranquilizaba: “Llevarían al<br />
puerto sanos y salvos; Dios se lo había prometido”.<br />
“Aunque en su vida cristiana conociera otros<br />
momentos más divinos, aquellos fueron, sin embargo, los<br />
más heroicos. El sobrio re<strong>la</strong>to <strong>de</strong> Agustín <strong>de</strong>ja entrever<br />
<strong>la</strong> escena: una mujer ya <strong>de</strong> edad, acostada en el puente,<br />
entre los pasajeros extenuados y atemorizados; <strong>de</strong><br />
repente se quita sus velos, se yergue ante el mar<br />
enfurecido y, con el rostro iluminado momentáneamente,<br />
grita a los marineros: “¿Qué teméis? Llegaremos. Estoy<br />
segura”. ¡Maravilloso acto <strong>de</strong> fe¡”<br />
“En esos críticos instantes, en que vio <strong>la</strong> muerte<br />
tan cercana, tuvo <strong>la</strong> c<strong>la</strong>ra reve<strong>la</strong>ción <strong>de</strong> su misión:<br />
supo, con toda <strong>la</strong> evi<strong>de</strong>ncia, que tenía un mensaje para<br />
su hijo y que este mensaje su hijo iba a recibirlo por<br />
encima <strong>de</strong> todo, a pesar <strong>de</strong>l furor <strong>de</strong> <strong>la</strong>s o<strong>la</strong>s y a pesar<br />
<strong>de</strong> su mismo corazón”.<br />
“Cuando esta sensación sublime se hubo apagado, le<br />
quedó <strong>la</strong> certeza <strong>de</strong> que, tar<strong>de</strong> o temprano, Agustín iba<br />
a cambiar. Se había extraviado y no se conocía a sí<br />
mismo. La profesión <strong>de</strong> retórico era indigna <strong>de</strong> él. El<br />
Dueño <strong>de</strong>l Campo lo había elegido par ser un gran<br />
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