el convivio dante alighieri - Gran Fratervidad Tao Gnóstica Espiritual
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EL CONVIVIO<br />
DANTE ALIGHIERI<br />
www.gftaognosticaespiritual.org<br />
GRAN BIBLIOTECA VIRTUAL ESOTERICA ESPIRITUAL<br />
107<br />
perfección, y en <strong>el</strong> desear la riqueza, no; de modo que la cuestión está resu<strong>el</strong>ta, y no ha<br />
lugar.<br />
Muy bien puede aún calumniar <strong>el</strong> adversario, diciendo que, aunque muchos<br />
deseos se cumplan con la adquisición de la ciencia, nunca se llega al último, lo cual es casi<br />
igual que la imperfección de aqu<strong>el</strong>lo que no se termina y que es uno. Respóndese aquí que<br />
no es cierto lo que se afirma, a saber: que nunca se llega <strong>el</strong> último; porque nuestros deseos<br />
naturales, como se ha demostrado más arriba en <strong>el</strong> tercer Tratado, tienden a cierto término, y<br />
<strong>el</strong> de la ciencia es natural, así que cumple cierto término, aunque pocos, por caminar mal,<br />
cumplan la jornada. Y quien entiende al comentarista en <strong>el</strong> tercero d<strong>el</strong> Alma, esto extiende; y<br />
por eso dice Aristót<strong>el</strong>es en <strong>el</strong> décimo de la Ética, hablando contra <strong>el</strong> poeta Simónides: «Que<br />
<strong>el</strong> hombre débese dedicar cuanto pueda a las cosas divinas»; en lo cual demuestra que<br />
nuestra potencia se propone un fin cierto. Y en <strong>el</strong> primero de la Ética dice que «<strong>el</strong><br />
disciplinado pide que haya certeza en las cosas, según lo que en su naturaleza tengan de<br />
ciertas». En lo cual se demuestra que, no sólo por parte d<strong>el</strong> hombre que desea, sino también<br />
por parte de lo cognoscible deseado, débese alcanzar <strong>el</strong> fin; y por eso dice Pablo: «No más<br />
saber d<strong>el</strong> que se haya menester, sino saber con mesura». De modo que, sea cualquiera <strong>el</strong><br />
modo por que se considere <strong>el</strong> deseo de la ciencia, alcanza perfección, ya particular, ya<br />
generalmente; y por eso la ciencia perfecta tiene noble perfección como las malditas<br />
riquezas.<br />
Brevemente se ha de demostrar cuán dañosas son en su posesión, que es la<br />
tercera nota de su imperfección. Puédese ver que su posesión es dañosa, por dos razones:<br />
la una, porque es causa de mal; la otra, porque es privación de bien. Es causa de mal,<br />
porque hace, aun v<strong>el</strong>ando, temeroso y odioso al poseedor. ¡Cuánto temor <strong>el</strong> de aqu<strong>el</strong> que<br />
tras de sí siente riqueza, al caminar, al descansar, no sólo v<strong>el</strong>ando, sino cuando también<br />
duerme, y no por temor a perder su haber, mas con su haber la vida! Bien lo saben los<br />
míseros mercaderes que van por <strong>el</strong> mundo, pues que las hojas que <strong>el</strong> viento mueve les<br />
hacen temblar, cuando llevan riquezas consigo, y cuando van sin <strong>el</strong>las, d<strong>el</strong> todo seguros,<br />
hacérs<strong>el</strong>es más breve <strong>el</strong> camino con <strong>el</strong> cantar y hablar. Y por eso dice <strong>el</strong> sabio: «Si un<br />
caminante se echase a andar de vacío, cantaría aun a la vista de los ladrones». Y esto<br />
quiere decir Lucano en <strong>el</strong> quinto libro, cuando <strong>el</strong>ogia la seguridad de la pobreza, diciendo:<br />
«¡Oh, segura facultad de la vida pobre! ¡Oh, estrechas viviendas y muebles! ¡Oh, aun no<br />
comprendidas riquezas de los dioses! ¿A qué templos ni qué muros sucedería tal, es decir, <strong>el</strong><br />
no tener tumulto alguno, golpeando la mano de César?» Y tal dice Lucano cuando recuerda<br />
cómo César fue de noche a la cabaña d<strong>el</strong> pescador Amiclas para pasar <strong>el</strong> mar Adriano. ¿Y<br />
cuánto odio mio le tienen todos al poseedor de riquezas, ya por envidia, ya por deseo de<br />
quitarle tal posesión? Tan cierto es esto, que muchas veces, contra la piedad debida, <strong>el</strong> hijo<br />
quiere la muerte de su padre; y de esto tienen muchos ejemplos manifiestos los latinos, tanto<br />
de la parte d<strong>el</strong> Po como de la d<strong>el</strong> Tíber. Y por eso Boecio, en <strong>el</strong> segundo de su Consolación,<br />
dice: «Ciertamente que la avaricia hace a los hombres odiosos. También es privación de bien<br />
su posesión, porque poseyéndolas no hay generosidad, que es virtud, la cual es perfecto