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el convivio dante alighieri - Gran Fratervidad Tao Gnóstica Espiritual

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EL CONVIVIO<br />

DANTE ALIGHIERI<br />

que para satisfacción de aquélla exista la ciudad. Además, la ciudad requiere, para sus actos<br />

y su defensa, convivencia y fraternidad con las ciudades circunvecinas, y por eso se<br />

constituyó <strong>el</strong> reino. Por lo cual, como quiera que <strong>el</strong> ánimo humano no se tranquiliza con<br />

poseer determinada tierra, sino que siempre desea adquirir tierra, como vemos por<br />

experiencia, acaece que surgen discordias y guerras entre reino y reino. Las cuales son<br />

tribulaciones de las ciudades, y por las ciudades, de los barrios, y por los barrios, de las<br />

casas, y por las casas, d<strong>el</strong> hombre; y así se impide la f<strong>el</strong>icidad. De aquí que para evitar estas<br />

guerras y sus causas, conviene que la tierra, y cuanto al género humano le es dado poseer,<br />

sean Monarquía, es decir, que haya un solo principado y un príncipe, <strong>el</strong> cual, teniéndolo todo,<br />

y no pudiendo desear más, mantenga contentos a los reyes en los límites de sus reinos, de<br />

modo que tengan paz entre sí, en la cual se asienten las ciudades, y en esta quietud se<br />

amen los vecinos, y en este amor se satisfagan las casas, y así viva <strong>el</strong> hombre f<strong>el</strong>izmente;<br />

que es para lo que <strong>el</strong> hombre ha nacido. Y a estas razones pueden reducirse las palabras d<strong>el</strong><br />

filósofo, cuanto dice en la Política que «cuando varias cosas están ordenadas a su fin,<br />

conviene que una sea reguladora, o más bien regente, y todas las demás regidas o<br />

reguladas por aquélla». D<strong>el</strong> mismo modo que vemos en una nave que los diversos fines y<br />

oficios a un solo fin están ordenados, esto es, a ganar <strong>el</strong> deseado puerto por vía saludable;<br />

por donde, de igual manera que cada oficial ordena la propia obra al propio fin, hay uno que<br />

todos estos fines considera y ordena, mirando al último de todos; y éste es <strong>el</strong> nauta, a cuya<br />

voz han de obedecer todos. Y tal vemos en las r<strong>el</strong>igiones y en los ejércitos, en todas aqu<strong>el</strong>las<br />

cosas que están, como se ha dicho, ordenadas a un fin. Por lo cual se puede ver por modo<br />

manifiesto que, para la perfección de la universal r<strong>el</strong>igión de la especie humana, es menester<br />

que haya uno a manera de nauta, que, considerando las diversas condiciones d<strong>el</strong> mundo y<br />

ordenando los diversos oficios necesarios, tenga por entero <strong>el</strong> universal e irrefutable oficio de<br />

mandar. Y a este oficio llamós<strong>el</strong>e por exc<strong>el</strong>encia Imperio, sin adición alguna; porque es<br />

mandamiento de todos los demás mandamientos. Y así, quien es puesto en tal oficio es<br />

llamado emperador, porque es coman<strong>dante</strong> de todos los mandamientos; y lo que él dice es<br />

ley para todos y por todos debe ser obedecido, y todo otro mandamiento de éste cobra vigor<br />

y autoridad. Así, pues, se manifiesta que la Imperial Majestad y Autoridad es la más alta de la<br />

sociedad humana.<br />

En verdad, podría dudar alguien, diciendo que aunque sea necesario al mundo <strong>el</strong><br />

ejercicio d<strong>el</strong> imperio, esto no hace que sea suma la autoridad d<strong>el</strong> príncipe romano, la cual se<br />

pretende demostrar; porque <strong>el</strong> poderío romano no se adquirió por la razón ni por decreto de<br />

universal convenio, sino por la fuerza, que parece contraria a la razón. A esto se puede<br />

responder fácilmente que la <strong>el</strong>ección de este sumo oficial debía proceder primeramente d<strong>el</strong><br />

consejo que a todos provee, es decir, Dios; de otro modo la <strong>el</strong>ección no hubiera sido igual<br />

para todos, dado que antes d<strong>el</strong> oficial susodicho nadie se proponía <strong>el</strong> bien de todos. Y como<br />

quiera que no ha habido ni hay más suave naturalidad en <strong>el</strong> mundo, más fuerza en<br />

mantenerlo ni más sutileza en conquistarlo que la de la gente latina -como se puede ver por<br />

experiencia-, y principalmente la d<strong>el</strong> pueblo santo, que llevaba mezclada con la suya sangre<br />

troyana, Dios lo <strong>el</strong>igió para tal ejercicio. Pues como quiera que no se podía llegar a obtenerlo<br />

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GRAN BIBLIOTECA VIRTUAL ESOTERICA ESPIRITUAL<br />

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