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el convivio dante alighieri - Gran Fratervidad Tao Gnóstica Espiritual

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EL CONVIVIO<br />

DANTE ALIGHIERI<br />

Conque digo primeramente: A <strong>el</strong>la desciende la virtud divina. Donde se ha de<br />

saber que la divina bondad a todas las cosas desciende, y de otro modo no podrían existir;<br />

mas aunque esta bondad procede de simplicísimo principio, se recibe diversamente, ya más,<br />

ya menos, por parte de las cosas que la reciben. Por lo cual está escrito en <strong>el</strong> libro de las<br />

causas: «La primera bondad envía sus bondades sobre las cosas con una conmoción». En<br />

verdad, cada cosa recibe esta conmoción según <strong>el</strong> modo de su virtud y de su ser. Y ejemplo<br />

sensible de <strong>el</strong>lo tenemos en <strong>el</strong> sol. Nosotros vemos cuán diversamente reciben los cuerpos la<br />

luz d<strong>el</strong> sol, la cual es una y de una misma fuente derivada, como dice Alberto en <strong>el</strong> libro que<br />

hizo acerca d<strong>el</strong> Int<strong>el</strong>ecto, que ciertos cuerpos, por tener mezclada mucha claridad de diáfano,<br />

apenas <strong>el</strong> sol los ve se hacen tan luminosos, que multiplicándose en <strong>el</strong>los la luz, despiden<br />

gran resplandor, como son <strong>el</strong> oro y algunas piedras. Hay algunos que, por ser diáfanos<br />

completamente, no solamente reciben la luz, sino que no la impiden, antes bien, la colorean<br />

con su color en las demás cosas. Y hay otros tan vencedores en la fuerza d<strong>el</strong> diáfano, que<br />

irradian de tal suerte, que vencen la armonía d<strong>el</strong> ojo y no dejan ver sin trabajo de la vista,<br />

como son los espejos. Otros hay sin diafanidad, hasta tal punto, que sólo un poco de luz<br />

reciben, como la tierra. Así la bondad de Dios es recibida de un modo por las substancias<br />

separadas, es decir, los áng<strong>el</strong>es, que no tienen grosera materia y son casi diáfanos por la<br />

pureza de su forma, y de otro modo por <strong>el</strong> alma humana, que aunque por una parte sea de<br />

materia libre, por otra está impedida -como hombre que está todo él metido en agua excepto<br />

la cabeza, d<strong>el</strong> cual no se puede decir ni que esté d<strong>el</strong> todo en <strong>el</strong> agua ni d<strong>el</strong> todo fuera de <strong>el</strong>la-<br />

, y de otro modo, por los animales, cuya alma está toda hecha de materia, tanto cuanto está<br />

ennoblecida; y de otro modo, par los minerales, y por la tierra, de modo diferente que por los<br />

demás <strong>el</strong>ementos; porque es materialísima, y por eso lo más remota y desproporcionada a la<br />

simplicísima y nobilísima Virtud primera, que solamente es int<strong>el</strong>ectual, a saber, Dios.<br />

Y aunque se hayan supuesto aquí grados generales, puédense, sin embargo,<br />

suponer grados singulares; es decir, que aquélla recibe de las almas humanas de diferente<br />

manera la una que la otra. Y como quiera que en <strong>el</strong> orden int<strong>el</strong>ectual d<strong>el</strong> universo se sube y<br />

desciende por grados casi continuos, desde la forma mas ínfima a la más alta, y de la más<br />

alta a la ínfima -como vemos en <strong>el</strong> orden sensible-, y entre la naturaleza angélica, que es<br />

cosa int<strong>el</strong>ectual, y <strong>el</strong> alma humana, no hay grado alguno, sino que se suceden de una a otra<br />

en <strong>el</strong> orden de los grados, y entre <strong>el</strong> alma humana y <strong>el</strong> alma más perfecta de los animales<br />

brutos, no hay ningún intermediario, y nosotros vemos muchos hombres tan viles y de tan<br />

baja condición, que casi no parecen más que bestias, y así hay que suponer y creer<br />

firmemente que hay alguno tan noble y de tan alta condición, que casi no es más que un<br />

áng<strong>el</strong>, de otra manera no se continuaría la humana especie por parte alguna, lo cual no<br />

puede ser. A estos tales llama Aristót<strong>el</strong>es, en <strong>el</strong> séptimo de la Ética, divinos; y tal digo yo que<br />

es esta dama, de modo que la divina virtud de la gracia que desciende al áng<strong>el</strong> desciende a<br />

<strong>el</strong>la.<br />

Luego, cuando digo: y si hay dama gentil que no lo crea, pruebo esto por la<br />

experiencia que de <strong>el</strong>la se puede tener en aqu<strong>el</strong>las obras que son propias d<strong>el</strong> alma racional,<br />

www.gftaognosticaespiritual.org<br />

GRAN BIBLIOTECA VIRTUAL ESOTERICA ESPIRITUAL<br />

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