el convivio dante alighieri - Gran Fratervidad Tao Gnóstica Espiritual
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EL CONVIVIO<br />
DANTE ALIGHIERI<br />
privación, y no reverente, negación. Y por eso la irreverencia es desacatar la sujeción debida<br />
con signo manifiesto; la no reverencia es negar la sujeción indebida. Puede <strong>el</strong> hombre<br />
rechazar una cosa de dos maneras: de una, puede <strong>el</strong> hombre desmentir no ofendiendo a la<br />
verdad, cuando se priva d<strong>el</strong> debido acatamiento, y esto es propiamente desacatar; de otra<br />
manera puede <strong>el</strong> hombre desmentir no ofendiendo a la verdad, cuando aqu<strong>el</strong>lo que no es no<br />
se confiesa; y esto es propiamente negar; como decir <strong>el</strong> hombre que es d<strong>el</strong> todo mortal, es<br />
negar propiamente hablando. Por lo cual si yo niego la reverencia al imperio, no soy<br />
irreverente, sino que soy no reverente; porque no es contra la reverencia, como quiera que<br />
no la ofende, d<strong>el</strong> mismo modo que <strong>el</strong> no vivir no ofende a la vida, mas sí la ofende la muerte,<br />
que es privación de aquélla; de aquí que una cosa sea la muerte y otra no vivir; que no vivir<br />
es <strong>el</strong> de las piedras. Y por eso muerte quiere decir privación, que no puede existir sino en <strong>el</strong><br />
sujeto d<strong>el</strong> hábito, y las piedras no son sujeto de vida; por lo cual no puede decírs<strong>el</strong>es<br />
muertas, mas que no viven. Igualmente yo, que en este caso no debo guardar reverencia al<br />
imperio, se la niego; no soy irreverente, mas soy no reverente, lo cual no es arrogancia ni<br />
cosa merecedora de vituperio. Mas sería arrogancia <strong>el</strong> ser reverente, si reverencia se pudiera<br />
llamar, porque en mayor y más verdadera irreverencia, se caería; es, a saber: de la<br />
naturaleza y de la verdad, como más ad<strong>el</strong>ante se verá. De caer en esta falta se guardó<br />
Aristót<strong>el</strong>es, maestro de filósofos, cuando dice al principio de la Ética: «Si son dos los amigos<br />
y uno es la verdad, a la verdad ha de consentir». En verdad, una vez dicho que no soy<br />
reverente, que es negar la reverencia, esto es, negar la sujeción indebida por signo<br />
manifiesto, queda por ver cómo en este caso no estoy debidamente sujeto a la majestad<br />
imperial. Y como es menester que la razón sea larga, en capítulo propio quiero exponerla<br />
inmediatamente.<br />
98<br />
- IX -<br />
Para ver cómo en este caso, es decir, aprobando o reprobando la opinión d<strong>el</strong><br />
emperador, no estoy obligado a sujetarme a él, es menester recordar lo que d<strong>el</strong> mando<br />
imperial se ha dicho más arriba, en <strong>el</strong> cuarto capítulo de este Tratado; es decir, que la<br />
imperial autoridad fue inventada para perfección de la vida humana, y que <strong>el</strong>la es justa<br />
reguladora y gobernadora de todas nuestras obras, porque hasta donde nuestras obras se<br />
extienden tiene jurisdicción la majestad imperial, y fuera de estos límites no se extiende. Mas<br />
como toda arte y humano ejercicio están por <strong>el</strong> imperial limitados a ciertos términos, así<br />
también <strong>el</strong> imperio está limitado a ciertos términos por Dios; y no es maravilla, porque <strong>el</strong><br />
oficio y <strong>el</strong> arte de la Naturaleza vemos limitado en todas sus obras. Porque si queremos<br />
tomar la Naturaleza universal por entero, tiene tanta jurisdicción cuanta es la extensión d<strong>el</strong><br />
mundo, es decir, d<strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o y la tierra; y esto con cierto límite, como se demuestra en <strong>el</strong> tercero<br />
de la Física y en <strong>el</strong> primero de Ci<strong>el</strong>o y Mundo. Conque la jurisdicción de la Naturaleza<br />
universal está confinada en ciertos límites, y, por consiguiente, la particular y es también<br />
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