el convivio dante alighieri - Gran Fratervidad Tao Gnóstica Espiritual
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EL CONVIVIO<br />
DANTE ALIGHIERI<br />
www.gftaognosticaespiritual.org<br />
GRAN BIBLIOTECA VIRTUAL ESOTERICA ESPIRITUAL<br />
133<br />
Si bien se mira, de la prudencia proceden los buenos consejos, que conducen a<br />
cada cual a buen fin en las cosas y obras humanas. Y éste es <strong>el</strong> don que Salomón, viéndose<br />
<strong>el</strong>evado al gobierno d<strong>el</strong> pueblo, pidió a Dios, como está escrito en <strong>el</strong> libro de los Reyes. Ni<br />
espera <strong>el</strong> prudente a que se le pida: aconséjame; sino que proveyendo por sí, sin ser<br />
requerido, le aconseja; d<strong>el</strong> mismo modo que la rosa, que, no sólo al que va en busca de su<br />
olor se lo ofrece, sino también a todo <strong>el</strong> que lo sigue. Podría decir aquí algún médico y<br />
legista: ¿Con que he de llevar mi consejo y darle sin que nadie me lo pida y no obtendré<br />
fruto? Respondo, como dice Nuestro Señor: «De grado recibo si de grado me lo dan». Digo,<br />
pues, sin ser legista, que aqu<strong>el</strong>los consejos que no tienen que ver con tu arte y que proceden<br />
sólo d<strong>el</strong> buen sentido que te dé Dios que es la Providencia de que se habla no debes<br />
vendérs<strong>el</strong>o a los hijos de aqu<strong>el</strong> que te los ha dado; aqu<strong>el</strong>los que respectan al arte que has<br />
comprado, puedes venderlos; pero no tanto que no sea menester diezmarlos alguna vez y<br />
dar de <strong>el</strong>los a Dios, es decir, a los míseros, que sólo poseen <strong>el</strong> grado divino.<br />
Es menester, además, a esta edad ser justo, para que sus juicios y autoridad<br />
sean luz y ley para los demás. Y como esta singular virtud, es decir, la justicia, viéronla<br />
mostrarse perfecta en esta edad, encomendaron <strong>el</strong> regimiento de las ciudades a los que<br />
estaban en esta edad; y por eso <strong>el</strong> Colegio de los regidores, Senado se llamó. ¡Oh, mísera,<br />
mísera patria mía! ¡Cuánta compasión me aflige por ti, siempre que leo o escucho cosa que<br />
haga referencia a regimientos ciudadanos! Mas como de la justicia se tratará en <strong>el</strong> penúltimo<br />
Tratado de este volumen, basta <strong>el</strong> presente con lo poco que aquí se ha apuntado.<br />
Conviene también a esta edad <strong>el</strong> ser generoso, porque es menester la cosa<br />
cuanto más satisface al deber de su naturaleza, y nunca como en esta edad se puede<br />
cumplir ese deber. Que si consideramos bien <strong>el</strong> discurso de Aristót<strong>el</strong>es en <strong>el</strong> cuarto de la<br />
Ética y <strong>el</strong> de Tulio en <strong>el</strong> de Offici, la generosidad ha de ser a su tiempo y en su lugar, para<br />
que <strong>el</strong> generoso no se perjudique ni perjudique a los demás. Cosa ésta que no se puede<br />
lograr sin prudencia y sin justicia; virtudes ambas cuya perfecta posesión en esta edad es<br />
imposible por vía natural. ¡Ay, malvados y mal nacidos! ¡Que engañáis a viudas y pupilas,<br />
que robáis a los menos poderosos! ¡Que arrebatáis y os apoderáis de las razones ajenas, y<br />
con esto invitáis a convites, dais caballos y armas, objetos y dineros; que lleváis admirables<br />
vestidos, edificáis maravillosos edificios y creéis ser generosos! ¿Pues qué es hacer tal sino<br />
levantar <strong>el</strong> paño d<strong>el</strong> altar y cubrir con él al ladrón y su mesa? No debemos reírnos menos,<br />
tiranos, de vuestras dádivas, que d<strong>el</strong> ladrón que llevase a su casa a los invitados, y <strong>el</strong> paño<br />
arrebatado d<strong>el</strong> altar, con las señales eclesiásticas aún, pusiera sobre la mesa y creyese que<br />
nadie se percataba. Oíd, obstinados, lo que contra nosotros dice Tulio en <strong>el</strong> libro de Offici:<br />
hay muchos ciertamente deseosos de ser aparentes y magníficos, que quitan a los unos para<br />
dar a los otros, y, creyéndose bien considerados, arriesgan los amigos por cualquier razón.<br />
Mas esto tan contrario es a lo que se debe hacer, que nada hay que lo sea tanto».<br />
Es menester, además, a esta edad ser afable, hablar bien y oírlo de grado; porque<br />
es bueno hablar bien cuando hay quien le escucha. Y esta edad lleva asimismo consigo una<br />
sombra de autoridad, por la cual parece que <strong>el</strong> hombre la escucha más que a ninguna otra