el convivio dante alighieri - Gran Fratervidad Tao Gnóstica Espiritual
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EL CONVIVIO<br />
DANTE ALIGHIERI<br />
ordenado, no sólo porque veamos <strong>el</strong> rostro que muestra, sino porque deseemos conquistar<br />
las cosas que tiene c<strong>el</strong>adas. Por donde, como por <strong>el</strong>la se ve mucho de aqu<strong>el</strong>lo por medio de<br />
la razón y, por consiguiente, lo que sin <strong>el</strong>la parece maravilla, así por <strong>el</strong>la se cree que todo<br />
milagro puede tener razón en más alto int<strong>el</strong>ecto, y, por consiguiente, que puede existir. En lo<br />
cual tiene origen nuestra buena fe, por la cual viene la esperanza de desear ante lo visto, y<br />
por aquéllos nace <strong>el</strong> ejercicio de la caridad. Por las cuales virtudes se asciende a filosofar a<br />
la alma c<strong>el</strong>estial, donde los estoicos, peripatéticos y epicúreos, por arte de la eterna verdad,<br />
concurren acordes en una voluntad.<br />
77<br />
- XV -<br />
En <strong>el</strong> capítulo precedente es alabada esta gloriosa dama, según una de las partes<br />
que la componen: es, a saber: <strong>el</strong> amor; ahora en éste, en <strong>el</strong> cual es mi intención exponer <strong>el</strong><br />
verso que comienza: Cosas se advierten en su continente, es menester hablar encomiando<br />
otra de sus partes, es decir, la Sabiduría. Dice, pues, <strong>el</strong> texto que en su rostro se ven cosas<br />
que muestran placeres d<strong>el</strong> Paraíso; y distingue <strong>el</strong> lugar donde tal acaece, es decir, en los<br />
ojos y en la risa. Y aquí se ha de saber que los ojos de la sabiduría son sus muestras, con<br />
las cuales se ve la verdad continuamente; y su risa son sus persuasiones, en las cuales<br />
demuestra la luz interior de la sabiduría bajo alguna v<strong>el</strong>adura; y en las dos se siente ese<br />
altísimo placer de bienaventuranza, cuyo máximo bien está en <strong>el</strong> Paraíso. Este placer no nos<br />
puede ser dado en ninguna otra cosa de aquí abajo sino en <strong>el</strong> mirar estos ojos y esa risa. Y<br />
la razón es que, como quiera que toda cosa desea por naturaleza su perfección, no puede<br />
estar contenta sin <strong>el</strong>la, que es ser bienaventurado; pues aunque tuviese las demás cosas, sin<br />
ésta quedaríale <strong>el</strong> deseo, en <strong>el</strong> cual no pueda estar con la bienaventuranza, ya que la<br />
bienaventuranza es cosa perfecta y <strong>el</strong> deseo cosa defectuosa; porque nadie desea lo que<br />
tiene, sino lo que no tiene, que es defecto manifiesto. Y con esta sola mirada se adquiere la<br />
humana perfección, es decir, la perfección de la razón, de la cual, como de parte<br />
principalísima, depende toda nuestra esencia y todas nuestras demás operaciones: sentir,<br />
alimentar; todas, en fin, existen por ésta sola, y ésta existe por sí y no por otros. De modo<br />
que una vez ésta perfecta, es perfecta aquélla, porque <strong>el</strong> hombre, en cuanto es hombre, ve<br />
cumplido todo deseo, y así es bienaventurado. Y por eso se dice en <strong>el</strong> libro de Sabiduría:<br />
«Quien arroja de sí la sabiduría y la doctrina, es inf<strong>el</strong>iz», lo cual es privación de f<strong>el</strong>icidad. Por<br />
<strong>el</strong> hábito de la sabiduría se sigue que se adquiere <strong>el</strong> estar f<strong>el</strong>iz y contento, según la opinión<br />
d<strong>el</strong> filósofo. Con lo cual se ve cómo en <strong>el</strong> continente de ésta se muestran cosas d<strong>el</strong> Paraíso;<br />
y por eso se lee en <strong>el</strong> libro citado de Sabiduría, hablando de <strong>el</strong>la: «Es candor de la luz eterna,<br />
espejo sin mancha de la majestad de Dios».<br />
Luego, cuando se dice: Deslumbran nuestro int<strong>el</strong>ecto, me disculpo diciendo que<br />
poco puedo hablar de aquéllas por su sobrepujanza. Donde se ha de saber que en cierto<br />
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