el convivio dante alighieri - Gran Fratervidad Tao Gnóstica Espiritual
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EL CONVIVIO<br />
DANTE ALIGHIERI<br />
126<br />
entiende perfecta, porque nadie puede dar sino lo que tiene; la tercera se llama senectud; la<br />
cuarta se llama senilidad, como más arriba se ha dicho.<br />
De la primera nadie duda; mas todos los sabios están de acuerdo en que dura<br />
hasta los veinticinco años; y como hasta ese tiempo nuestra alma se propone <strong>el</strong> crecimiento<br />
y emb<strong>el</strong>lecimiento d<strong>el</strong> cuerpo, de donde se siguen muchas y grandes transformaciones en la<br />
persona, no puede discernir perfectamente la parte racional. Por lo cual quiere la razón que<br />
antes de esa edad no pueda <strong>el</strong> hombre hacer ciertas cosas sin curador de perfecta edad.<br />
El tiempo de la segunda, la cual es verdaderamente colmo de nuestra vida, es<br />
considerado diversamente por muchos. Mas dejando lo que de <strong>el</strong>lo escriben los filósofos y<br />
los médicos, y volviendo a la propia razón, digo que en los más -que es en quienes se puede<br />
y debe formar juicio- esa edad es de veinte años. Y la razón que tal me da es la de que si <strong>el</strong><br />
colmo de nuestro arco está en los treinta y cinco, tanto cuanto de subida tiene esta vida ha<br />
de tener de descenso; y esa subida y bajada es como <strong>el</strong> sostén d<strong>el</strong> arco, en <strong>el</strong> cual se<br />
advierte poca flexión. Tenemos, pues, que la juventud se cumple a los cuarenta y cinco años.<br />
Y como la adolescencia tiene veinticinco años de subida a la juventud; y así se<br />
termina la senectud a los setenta años.<br />
Mas como la adolescencia no comienza al principio de la vida, tomándola d<strong>el</strong><br />
modo que se ha dicho, sino casi ocho años después, y como nuestra naturaleza se afana por<br />
subir, y al descender refrena -porque <strong>el</strong> calor natural ha venido a menos y puede poco, y <strong>el</strong><br />
húmedo ha engrosado, no en cantidad, sino en calidad, de modo que es menos vaporoso y<br />
consumible-, acaece que, después de la senectud, queda de nuestra vida una cantidad de<br />
diez años, sobre poco más o menos.<br />
Y este tiempo se llama senilidad. Como tenemos en Platón, d<strong>el</strong> cual se puede<br />
decir que era perfectamente constituido, por su perfección y por la fisonomía, que tomó<br />
Sócrates de él cuando por vez primera lo vio, que vivió ochenta y un años, según atestigua<br />
Tulio en <strong>el</strong> de Senectud. Y yo creo que si Cristo no hubiese sido crucificado, y hubiese vivido<br />
<strong>el</strong> tiempo que su vida podía conforme a la naturaleza recorrer, a los ochenta y un años de<br />
cuerpo mortal hubiérase transformado en eterno.<br />
A la verdad, como arriba se ha dicho, estas edades pueden ser más largas o más<br />
cortas, según nuestra complexión y constitución; mas sean como quieran, parécenle que<br />
esta proporción, como se ha dicho, debe conservarse en todas, es decir, haciendo las<br />
edades más o menos largas, según la integridad de todo <strong>el</strong> tiempo de la vida natural. En<br />
todas estas edades, esta nobleza, de la cual tan diversamente se habla, muestra sus efectos<br />
en <strong>el</strong> alma ennoblecida; y esto es lo que pretende demostrar esta parte sobre la cual<br />
escribimos ahora.<br />
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