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EL D O M I N I O DEL H O M B R E<br />
cepcionante. De pronto se introduce una salvedad o alguna nueva consideración<br />
que permite al autor ahorrarse los escrúpulos respecto a su régimen alimenticio<br />
que sin duda habría de sentir al hilo de su propio razonamiento. Cuando llegue a<br />
escribirse la historia del Movimiento de Liberación Animal, la era que empezó<br />
con Bentham será conocida como la era de las excusas.<br />
La naturaleza de estas excusas es diversa y algunas exhiben cierta ingenuidad.<br />
Merece la pena examinar algunas de las variedades principales, ya que todavía<br />
siguen vigentes.<br />
Primero, y no debería sorprendernos, está la Excusa Divina, que puede<br />
ilustrarse con el siguiente párrafo del libro Principies of Moral and Political<br />
Philosophy de William Paley (1785). Al establecer los «Derechos Generales de la<br />
Humanidad», Paley pregunta si tenemos derecho a la carne de los <strong>animal</strong>es:<br />
Parece necesario ofrecer alguna excusa por el dolor y los daños que<br />
ocasionamos a los <strong>animal</strong>es, restringiéndoles la libertad, mutilándoles los<br />
cuerpos y, por último, poniendo fin a sus vidas (que suponemos es su<br />
única existencia) para nuestro placer o conveniencia.<br />
[Se ha] alegado en justificación de esta práctica [...] que el hecho de<br />
que las diferentes especies de seres irracionales se hayan creado para ser<br />
predadoras unas de otras proporciona un tipo de analogía para probar que<br />
la especie humana estuvo desde un principio destinada a alimentarse de<br />
las demás especies (... pero] esta analogía es extremadamente imperfecta,<br />
ya que las criaturas irracionales no tienen capacidad para mantenerse por<br />
otros medios, y nosotros sí; porque la especie humana en su totalidad po<br />
dría subsistir alimentándose exclusivamente de frutos, legumbres, hierbas<br />
y raíces, como hacen de hecho muchas tribus de hindúes [...]<br />
Me parece que sería difícil defender este derecho con cualquiera de<br />
los argumentos que nos proporciona la luz y el orden de la naturaleza; y<br />
que para ello estamos sujetos al permiso otorgado en las Escrituras,<br />
Génesis IX, 1, 2, 3 4 '.<br />
Paley es sólo uno de los muchos que han apelado a la revelación cuando se<br />
han visto incapaces de justificar racionalmente una alimentación consistente en<br />
otros <strong>animal</strong>es. Henry Salt, en su autobiografía Seventy Years Amongst Savages<br />
(un relato de su vida en Inglaterra), recoge una conversación que tuvo siendo<br />
preceptor del Eton<br />
Animal Rights, Clark's Summit Pennsylvania, 1980, y otros trabajos. Estoy en deuda con<br />
Animals' Rights por algunas de las citas de las páginas siguientes.<br />
41. Libro 2, cap. 11; ver también de Francis Wayland, Elements of Moral Science<br />
(1835), donde se expresa la misma idea; reimpreso, Harvard University Press, Cambridge,<br />
1963, p. 364. Seguramente sea la obra de filosofía moral más difundida en América durante el<br />
siglo xix.<br />
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