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EL E S P E C I S M O , HOY<br />

do cierto que es cruel romperle la pierna a alguien aunque quien afirme tal<br />

cosa tenga la costumbre de ir por ahí rompiendo brazos a la gente 24 . Pero<br />

nos será difícil persuadir a los demás de la validez de nuestras creencias si<br />

nuestra conducta no es consistente con ellas, y aún será más difícil persua<br />

dirles para que actúen de acuerdo con esas creencias. Desde luego que<br />

siempre es posible encontrar alguna razón para distinguir, por ejemplo,<br />

entre vestirse con pieles y vestirse con cuero: muchos de los <strong>animal</strong>es de<br />

los que se obtienen las pieles no mueren hasta después de horas o incluso<br />

días de tener una pata atrapada por un cepo de dientes metálicos, mientras<br />

que los <strong>animal</strong>es de cuyas pieles se saca el cuero no tienen que sufrir esta<br />

agonía 2 Sin embargo, se tiende a mitigar la fuerza inicial de la crítica con<br />

estas sutiles distinciones, y hay algunos casos en que no creo que se pue<br />

dan establecer, en absoluto, distinciones. ¿Por qué, por ejemplo, se critica<br />

más al cazador que mata a disparos a un venado para obtener su carne que<br />

a la persona que compra un jamón en el supermercado En términos gene<br />

rales, es probable que haya sufrido más el cerdo procedente de la cría<br />

intensiva.<br />

El primer capítulo de este libro establece un principio ético claro<br />

—considerar por igual los intereses de todos los <strong>animal</strong>es— por el que<br />

podemos determinar cuáles de nuestras actitudes y actividades con los ani<br />

males no-humanos son justificables y cuáles no. Si aplicamos este prin<br />

cipio a nuestras propias vidas conseguiremos que nuestras acciones sean<br />

consistentes, y así les negaremos la oportunidad de acusarnos de incon<br />

sistencia a quienes pasan por alto los intereses de los <strong>animal</strong>es.<br />

Para todos los fines prácticos, en lo que respecta a los habitantes urba<br />

nos y de la periferia de las naciones industrializadas, cumplir con el princi<br />

pio de considerar iguales los intereses de todos los seres exige que seamos<br />

vegetarianos. Este es el paso más importante y al que más atención he<br />

prestado; pero, para ser consecuentes, también deberíamos dejar de utili<br />

zar otros productos que requieren que se mate o se haga sufrir a los anima<br />

les. No debemos vestirnos con sus pieles. Tampoco debemos comprar pro<br />

ductos de cuero, puesto que la venta de los pellejos desempeña un papel<br />

importante en los beneficios de la industria de la carne.<br />

Para los pioneros del vegetarianismo del siglo xix, renunciar al cuero<br />

significó un auténtico sacrificio porque escaseaban los zapatos y las botas<br />

hechos con otros materiales. Lewis Gompertz, el se-<br />

24. B. Brophy, «In Pursuit of a Fantasy», en S. y R. Godlowich y J. Harris (eds.),<br />

Animals, Men and Morals, cit., Taplinger, New York, 1972, p. 132.<br />

25. Ver Cl. Amory, Man Kind, Harper & Row, New York, 1974, p. 237.<br />

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