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de tener solo un poder limitado, representaba la continuidad del orden
romano. Otra característica importante fue: que en la medida que se
produjo el reflujo de personas de los campos a las ciudades, en estas se
encontraban personas que ejercían las más distintas actividades y
profesiones; esto con el pasar de los años empujará el crecimiento
comercial de las ciudades y en mucho caso su expansión territorial.
Por último y también en nuestra opinión muy importante, a pesar
de ser un factor más psicológico que real, se encuentra el sentido moral,
religioso y afectivo de “pertenencia”.
A este respecto, nos dice Roberto Sabatino López: 62 “…la ciudad
es antes que todo un estado de ánimo.” Y sigue “…son ciudadanos
aquellos que se sienten como tales, aquellos que sienten el orgullo de
pertenecer a una comunidad superior a la de la aldea, por su poder, su
riqueza, su cultura, sus tradiciones artísticas, un pasado admirable, sus
actitudes hacia un esfuerzo común”.
Lo anterior acentúa el orgullo de los ciudadanos por ser miembros
de una determinada ciudad y de hacer que ésta sea superior a las demás.
A esto añadimos el hecho que cada ciudad tiene su santo patrono: Milano
es la ciudad de San Ambrogio, Venezia es la de San Marco, Trieste es la
de San Giusto 63 , podemos comprender cómo y porqué se produjo la
expansión de muchas ciudades y los continuos conflictos medievales
entre ellas; además también podemos entender porqué el poder local en
Italia fue en muchos casos más importante que el de Reyes, Papas y
Emperadores lejanos.
Cuando a finales del siglo XI la lucha por las Investiduras afectó el
poder de los Obispos, esto coincidió, en muchas ciudades italianas, con el
surgimiento de corrientes deseosas de autogobernarse.
62
-SABATINO LÓPEZ, Roberto. Il commercio dell’ Europa post Carolingia. en: I problemi comuni dell'Europa
post-carolingia (Settimane di Studi del Centro Italiano di Studi sull'Alto Medioevo 2), Spoleto, Italia, 1955, p. 575
www.cisam.org
63
-El santo patrono de Trieste es San Giusto, quien fue el último mártir en esa ciudad entre el año 298 y 302.
Fue ahogado por orden del prefecto romano Manazio después de ser fustigado. Era noble e hijo de padres de
cristianos y con parientes cristianos. La leyenda dice que el cuerpo a pesar de los pesos con lo que lo
hundieron en el agua, salió a la superficie y un sacerdote de nombre Sebastián tuvo el sueño en el que San
Giusto le solicitaba que fueran a sepultarlo. Sin embargo especial consideración merece San Sergio, quien fue
militar romano y murió en Persia, martirizado en el camino entre Susa y Ruzzafatan. Este santo prometió a los
triestinos enviar una señal a la ciudad cuando muriera y de acuerdo a la leyenda el mismo día de su muerte
apareció en la plaza principal de Trieste una alabarda que fue convertida en estandarte de la ciudad y se
conserva en la catedral.
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