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como se verá en el año 1313, cuando el intento de establecer una
Signoria por parte de Marco Ranfo termina con su ajusticiamiento.
C- Los ciudadanos y las instituciones del Comune.
Se puede considerar que Trieste en el siglo XIV, a pesar de ser
una ciudad pequeña tenía una población que gozaba de un cierto
bienestar. Al respecto nos cuenta Giuseppe Caprin, 94 ”Non v’era si può dir,
cittadino che non possedesse un pezzo di terra […] guardava pieno di
speranze al mare ma si sentiva tuttavia fortemente attacato all campagna
che gli dava il pane ed il vino per la sua mensa ed il legno per le sue
barche. Credevasi allora che nessuno potesse amare meglio la Patria di
colui che ne era padrone magari di un piccolo lembo” 95 .
La población del territorio de la ciudad se dividía en cittadini, que
eran los que habían nacido dentro de los muros de la ciudad, vicini,
distrettuali y abitatori (básicamente los extranjeros). Los ciudadanos
(cittadini) se dividían entre patricios (los ciudadanos más antiguos de la
ciudad, en general terratenientes y que habían tenido cargos en la gestión
administrativa de los Obispos), nobles (en general provenientes de
artesanos o comerciantes que se habían enriquecidos) y plebeyos. 96
El proceso que vivió Trieste como ciudad para llegar al Comune
Independiente en 1295, fue parecido al proceso de muchas de las
ciudades del norte de Italia que habían podido mantener una estructura
administrativa y social.
Tal como ya mencionamos, durante el periodo del V al IX siglo
hubo un tal vacío de poder que en esta ciudad al igual que en otras de
Italia, solamente el Obispo pudo mantener el orden social.
Este poder del Obispos se apoyó en la figura del Gastaldo, que
era considerado como el representante y ejecutor de las órdenes del
Obispo.
94
-CAPRIN, Giuseppe. Il trecento a Trieste Pág. 17
95
-“No existía, se puede decir algún ciudadano que no poseyera un pedazo de tierra […] miraba lleno de
esperanzas hacia el mar mientras sin embargo se sentía fuertemente amarrado al campo que le daba el pan y
el vino de su mesa y la madera para sus barcos”. Se creía entonces que nadie podía amar más a la Patria que
aquel que fuera dueño aunque sea de un pequeño pedazo. (Traducción Nuestra)
96
-Idem, Pág. 88
59