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ESTADO DE LAS CIUDADES ESTADO DE LAS CIUDADES

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por ozono a través de reacciones fotoquímicas y de otros<br />

compuestos (cuando esto sucede se observa en las grandes<br />

ciudades una atmósfera de color rojizo). Dado que el<br />

ozono es tóxico y un compuesto oxidante, puede provocar<br />

problemas respiratorios a los habitantes que se exponen de<br />

manera prolongada a este. Dependiendo de la fuente, las<br />

ciudades más contaminadas de LAC son Santiago de Chile,<br />

Bogotá D.C. y México D.F. (Para la Organización Mundial<br />

de la Salud las más contaminadas son México D.F. y São<br />

Paulo). También están altamente contaminadas otras<br />

ciudades como Caracas, Quito y Río de Janeiro. Por otro<br />

lado las ciudades capitales menos contaminadas son Buenos<br />

Aires y San Juan de Puerto Rico. En LAC estos listados<br />

son especialmente difíciles de realizarse ya que únicamente<br />

México D.F., Santiago de Chile y São Paulo cuentan con<br />

programas permanentes de vigilancia de la calidad del aire<br />

(El Espectador Bogotá, 2005).<br />

En la mayoría de países de LAC el diesel, que es el<br />

combustible con el que se moviliza el transporte de carga y<br />

la gran mayoría del transporte público, contiene más de 50<br />

partes de azufre por millón (alcanzando en algunos lugares<br />

5 mil partes por millón), límite de partículas nocivas<br />

permitidas por la Organización Mundial de la Salud.<br />

Únicamente ciudades como Bogotá D.C., Santiago de<br />

Chile, México D.F., São Paulo y Buenos Aires cumplen con<br />

dicho estándar (Ecopetrol Colombia, 2009).<br />

Las ciudades de LAC cuentan con tasas de motorización<br />

relativamente discretas en comparación con los países<br />

desarrollados – los países de la Organización para la<br />

Cooperación y el Desarrollo Económico, OC<strong>DE</strong>, tenían<br />

una tasa de 56,1 automóviles por cada 100 habitantes en<br />

1993 (Ramirez Chile, 2007). Para el 2001, Bogotá D.C.<br />

tenía 14,1 automóviles por cada 100 habitantes, Lima<br />

9,3, México D.F. 20, Santiago 14,8 y São Paulo 38,8 –<br />

acercándose a la tasa de los países desarrollados (Figueroa<br />

Quito, 2001). A pesar de esto las velocidades de circulación<br />

están disminuyendo, los tiempos de viaje están creciendo<br />

rápidamente y la infraestructura es insuficiente y se<br />

encuentra cada vez más congestionada. Esto hace que las<br />

concentraciones de emisiones sean aún más nocivas para la<br />

salud humana y para el medio ambiente.<br />

En LAC aproximadamente el 64% de la población<br />

se moviliza en transporte colectivo, bicicleta o de modo<br />

peatonal – caminar es el modo de transporte del 20 al<br />

40% del total de los viajes en muchas ciudades (Mobility,<br />

2001-2002), muy por encima que los porcentajes de los<br />

países desarrollados (Norteamérica 14% y Europa 50%),<br />

pero a menor nivel del de otras regiones en desarrollo<br />

(África 67% y Asia 68%). Sin embargo, la región tiene uno<br />

de los mayores indicadores de emisiones por hectárea (9,3<br />

toneladas), únicamente superado por Asia, y de emisiones<br />

por habitante (118 kilogramos), superado por África y<br />

Norteamérica (Lupano Santago, 2009).<br />

El cambio climático produce efectos devastadores<br />

para los diferentes sistemas de transporte. El aumento<br />

de temperaturas y el cambio de las temporadas de lluvias<br />

producen una mayor cantidad de derrumbes e inundaciones<br />

que dañan la infraestructura vial y dificultan o paralizan<br />

el tráfico, y se hace más habitual el cierre de aeropuertos<br />

y la aparición de condiciones climáticas no aptas para la<br />

aviación. El incremento en las temporadas de verano tiene<br />

como resultado sequías que afectan la navegación fluvial<br />

y el cambio en el comportamiento de los vientos produce<br />

la frecuente aparición de tormentas tropicales que afectan<br />

la navegación marítima, aumentando al mismo tiempo las<br />

posibilidades de catástrofes. El aumento de temperaturas y<br />

el cambio de los regímenes de precipitación tienen al mismo<br />

tiempo efectos directos en la economía. La posibilidad de<br />

inundación de la infraestructura o derrumbes hace que<br />

sea necesario elaborar costosos planes de mitigación que<br />

anteriormente no fueron incluidos dentro del presupuesto<br />

nacional, o que se requiera una relocalización de las vías<br />

programadas con su respectivo costo. Esto puede terminar<br />

causando represión en los despachos de mercancía y<br />

de pasajeros conllevando a un aumento en los fletes y<br />

costos de transacción y finalmente a la disminución de la<br />

competitividad de países y ciudades.<br />

Las políticas públicas de algunos países de la región se<br />

han concentrado específicamente en reducir las emisiones<br />

de GEI a través de incentivar cambios tecnológicos,<br />

traducidos en motores más eficientes y especialmente en<br />

mejorar la calidad y tipo de combustible (i.e. disminuir la<br />

cantidad de azufre en la gasolina o incentivar el cambio<br />

a combustibles más limpios como el biodiesel o el gas<br />

natural). Estas políticas sin embargo tienen un alcance<br />

limitado debido a que el incremento en distancias recorridas<br />

tanto por pasajeros como por carga sobrepasa rápidamente<br />

cualquier mejora tecnológica en los vehículos así como en<br />

la eficiencia del combustible (Plunz, 2008 p. 22-23). Es por<br />

esta razón que las políticas públicas en LAC, además de<br />

continuar buscando motores más eficientes y combustibles<br />

más limpios, se deben concentrar en medidas de impacto<br />

más eficientes como promover mediante beneficios<br />

tributarios la renovación del parque automotor, la incursión<br />

de vehículos híbridos e impulsados por energía eléctrica,<br />

pero principalmente deben buscar desincentivar el uso del<br />

transporte particular a través de medidas como el cobro<br />

de tarifas por ingresar a ciertos sitos de la ciudad (centros<br />

y distritos de negocios) y por usar vías rápidas, imponer y<br />

aumentar tarifas de estacionamiento y prohibir el uso del<br />

espacio público por parte de vehículos privados, restringir<br />

el uso de porciones del parque automotor durante días de<br />

la semana en horas de alta congestión (medidas “pico y<br />

placa”), etc.<br />

Del mismo modo, las políticas públicas deben<br />

incentivar el uso del transporte público, la inversión en<br />

infraestructura especializada para transporte público (vías<br />

exclusivas, estaciones de intercambio multimodal, buses<br />

ecológicos y eficientes, etc.) y para sistemas alternativos<br />

(vías exclusivas para bicicletas, ampliación de los espacios<br />

peatonales y peatonalización de puntos comerciales e<br />

históricos de las ciudades). El incremento y mejoras del<br />

trasporte público y de la infraestructura e incentivos para el<br />

peatón y el ciclista, junto con programas de concientización<br />

ciudadana para la promoción de modos de movilidad<br />

alternativos y de respeto al peatón y al ciclista constituyen<br />

pilares centrales de la nueva planificación urbana necesaria<br />

para el cambio de modelo de desarrollo urbano que mitigue<br />

el recalentamiento global y se adapte a las condiciones<br />

Retos Urbano Ambientales: Disturbio Climático en América Latina y el Caribe 155

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