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CONSENSO DE VALVULOPATÍAS 93<br />
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EMBARAZO Y ENFERMEDADES VALVULARES<br />
Las enfermedades cardiovasculares, aun a pesar de<br />
su baja prevalencia, representan en la actualidad una<br />
de las principales causas de morbilidad y mortalidad,<br />
tanto materna como fetal y, entre ellas, las enfermedades<br />
valvulares constituyen el motivo más frecuente de<br />
consulta y preocupación. (1) Pueden ser congénitas o<br />
adquiridas y si bien están presentes antes de la gestación,<br />
en muchas ocasiones su existencia es desconocida<br />
por la propia paciente. Este hecho debe ser tenido muy<br />
en cuenta, puesto que solo mediante un diagnóstico<br />
precoz y un tratamiento eficaz y oportuno será posible<br />
disminuir la morbilidad y mortalidad tanto materna<br />
como fetal. (2)<br />
Asimismo, hay que considerar el hecho de que está<br />
en juego la vida de la madre y el feto. Por lo tanto, y más<br />
que en ninguna otra situación, la terapéutica tiene que<br />
ser individualizada teniendo en cuenta, entre otros, el<br />
tiempo de gestación, el riesgo materno, el riesgo fetal<br />
y el efecto teratogénico de la conducta terapéutica que<br />
debamos adoptar.<br />
Por otra parte, es necesario reconocer en este campo<br />
la ausencia de trabajos prospectivos, controlados y con<br />
distribución aleatoria, por lo que nuestros conocimientos<br />
y recomendaciones se basan en la gran mayoría<br />
de los casos en evidencias parciales y en la opinión de<br />
expertos.<br />
MODIFICACIONES FISIOLÓGICAS CARDIOVASCULARES<br />
Durante la gestación normal se producen una serie de<br />
cambios en el funcionamiento del aparato cardiovascular.<br />
Entre ellos merecen destacarse el incremento<br />
de la volemia, del volumen minuto y de la frecuencia<br />
cardíaca, junto con una disminución considerable de<br />
la resistencia periférica.<br />
El aumento del volumen minuto es precoz y puede<br />
llegar a valores hasta un 50% superiores a los existentes<br />
previamente a la concepción, alcanzando el máximo<br />
entre las 20 y 24 semanas, para luego mantenerse hasta<br />
la finalización del embarazo. Este aumento es la consecuencia<br />
de la elevación del volumen sistólico y de un<br />
ascenso posterior y sostenido de la frecuencia cardíaca.<br />
El incremento de la volemia puede superar hasta<br />
en un 40% los valores previos a la gestación y se debe<br />
a un aumento del volumen plasmático, a partir de una<br />
mayor reabsorción de sodio y agua, y a un ascenso<br />
comparativamente menor de la masa eritrocitaria. La<br />
volemia llega a sus valores máximos entre las semanas<br />
28 y 32 y desde entonces se mantiene prácticamente<br />
estable hasta el final de la gestación. El resultado es<br />
una situación de hipervolemia con hemodilución que<br />
se conoce como anemia fisiológica del embarazo.<br />
La resistencia periférica disminuye en forma significativa,<br />
lo que hace que pese al notable aumento<br />
del volumen minuto la tensión arterial disminuya<br />
especialmente durante los dos primeros trimestres.<br />
Este descenso de los valores de la tensión arterial tanto<br />
sistólica como diastólica se produce como consecuencia<br />
del desarrollo de la circulación uterina y la acción<br />
de diferentes sustancias vasodilatadoras como, entre<br />
otras, las prostaciclinas y el óxido nítrico. Hacia el final<br />
de la gestación, la tensión arterial comienza a ascender<br />
alcanzando los valores previos al embarazo.<br />
Durante el trabajo de parto y en el puerperio inmediato<br />
se originan nuevos cambios. Por efecto del dolor y<br />
de la autotransfusión provocada por las contracciones<br />
uterinas, el volumen minuto, el volumen sistólico y<br />
la resistencia periférica aumentan, mientras que la<br />
frecuencia cardíaca suele disminuir. Estos cambios<br />
que pueden afectar en forma considerable a algunas<br />
pacientes con cardiopatía, se atenúan en forma notable<br />
en la posición de decúbito lateral izquierdo, posición<br />
esta que puede ser de mucha utilidad, mientras se<br />
instituyen las medidas terapéuticas definitivas.<br />
Al mismo tiempo, cuando el parto se realiza por vía<br />
vaginal, se pierden entre 300 y 500 ml de sangre y cuando<br />
es por cesárea la pérdida oscila entre 800 y 1.000 ml.<br />
Aunque esta situación suele ser contrarrestada por el<br />
efecto de autotransfusión del útero al contraerse y por<br />
la reabsorción de volumen extracelular que se produce<br />
al desaparecer la compresión uterina sobre la vena<br />
cava, a veces puede ser causa de nuevas complicaciones.