sión de una modernidad que se atenúa en cuanto aparece un hombre que lasinvolucra en una trama romántica que estropea el cinismo y el sentido delhumor que caracteriza a la autora de Torquay. Con el paso de los años, Mrs.Christie tiende a identificarse con las buenas costumbres de Mrs. Marple. Enalgunas novelas, ellas son la inteligencia y ellos la fuerza bruta (Muerte en elNilo). Se respeta veladamente el lesbianismo (mujeres maduras, de aspectoviril, comparten su vida en Se anuncia un asesinato), pero es menos tolerantecon la homosexualidad masculina (La señora Mc Ginty ha muerto): quizá porquelos gays que describe no están dispuestos a respetar las apariencias. “Unhombre no puede ser tan guapo” se dice del mayordomo en El asesinato deLord Edgware. Otros asesinos habituales son los artistas y los amantes demasiadoapasionados (Muerte en la vicaría, Muerte en el Nilo, Las manzanas, Uncadáver en la biblioteca...), lo cual delata valores estéticos y eróticos tendenteshacia el orden, la civilización y la repulsión de la bohemia.Los libros son lo que son y lo que hacemos de ellos. Parece difícil creer quelas comedias románticas hollywoodienses, las historietas de Zipi y Zape o lasaventuras misteriosas de Mrs. Christie son un mero artefacto de evasión. Cadadecisión retórica –un personaje, un estilo, la exigencia de una trama absorbente-revela una forma de acercarse al mundo.Mutaciones. La novela policial en su primer estadio sería una proyecciónartística de esa razón físico-matemática de la que renegaron los autores de lageneración del 27 y, antes que ellos, los modernistas –frente al naturalismo-.Después, debido a la situación política y social, la novela-enigma queda emparentadacon géneros fantásticos que están en su núcleo –cuentos de hadas,novelas de caballerías...- y el género negro regresa a la tradición más realistade la literatura. La novela negra como género es una traducción de la realidaden el sentido benjaminiano: dialoga con la realidad, se empapa y, al volver aella, interviene en el orden de las cosas. De ahí la fascinación por el noir deSartre y de otros padres –o primos- del marbete “literatura comprometida”.Para Kracauer, la novela enigma supone la entronización de la razón científico-industrialdentro de un sistema que descarta la fe. En esta visión religiosa,“lo superior” queda fuera de la codificación racional y fuertemente normativizadade la novela-problema. La crítica de Kracauer –preposmoderna- estáinfluida por el irracionalismo y se centra en la estrechez de la razón ilustrada.Para él, la novela policial –de los años 20- desdeña lo psicológico porque lopsicológico es repugnante a la ratio. Los personajes son espantapájaros y deesa imperfección partirá una de las líneas de “corrección” del género: los personajesdejarán de ser planos, adquirirán relieve, a la manera de los héroes deDostoyevski y de las mórbidas heroínas de Zola. Sin embargo, una crítica políticade la novela enigma se centra no tanto en la desconfianza respeto a laracionalidad, como en la idea de que para los autores de comienzos del siglo36 VIENTO SUR Número 127/Abril 2013
XX el mundo está bien hecho, es un esquema armónico, que puede ser descifradoy corregido mediante la amputación del criminal. Sin mala conciencia.De hecho, la evolución del género reafirma la tesis de que la crítica a sus limitacioneses más de índole psicológica y social que metafísica: no se trata decomprobar cómo lo metafísico incide en el mundo físico, sino de cómo lo físicoestá en unas condiciones lamentables.Parafernalias y literatura política. Detectives, antros, mujeres fatales,lentejuelas, matones, combates de boxeo, cigarrillos sin filtro, un, dos, tres,cuatro güisquis a media tarde, un chantaje, un puñado de joyas, corruptelas,fotografías robadas, morfina, hospitales psiquiátricos, el club, un beso de mentiraque encierra cierta verdad, un aroma de violetas y un sombrero flexible, lamorgue, un, dos, tres, cuatro vasos de ginebra, un poli bueno y un poli malo,un cabaret, la pistola, unos dólares, luces de neón, jazz, la carta manchada deyema de huevo de un restaurante de carretera, cicatrices, una chica muy delgaditay una camarera frescachona, operaciones de cirugía estética, la bruma,una mesa de billar y la apuesta al caballo ganador, un explotador y un pedófilo,el cuarto de atrás de un lupanar y el secreto que una prostituta nunca debióoír, un cuadro y una mansión on the hills, facturas y la luz que, al darte directamenteen los ojos, te confunde, te confunde, te confunde…Hasta ahí la parafernalia del negro americano –hard boiled o no- y del polarfrancés que se reactiva en nuevas narraciones que llegan hasta nuestros días conuna intención de denuncia social. Los escenarios se desplazan sobre el espacioy el tiempo. Cambian los decorados y el cauce del Sena se convierte en la ría deBilbao y Personville –Poisonville, según las malas lenguas- comienza a parecersea Santa Coloma de Gramenet. El detective muda la chaqueta por una camisahawaiana, se hace guardia civil, empieza a aficionarse a las recetas de PaulBocuse. Sin embargo, tal vez nos convenga recordar que la novela negra era lanovela social de los años veinte, treinta, cuarenta... Era la novela que denunciabala miseria íntima y pública, económica y moral de una realidad azotada porlas sucesivas crisis del capitalismo. El paradigma de ese tipo de novela negra esCosecha roja de Dashiell Hammett, Autores como él se comprometen con sutiempo y con su trabajo indagando en nuevas formas de escribir para retratar unmundo en estado de descomposición. Hammett partió de corrientes literariasanteriores como el realismo y el naturalismo, pero, junto a otros escritores,fundó una iconografía literaria en la que se proyecta una realidad diferente y otraforma de posicionarse para contar esa realidad. Quizá también hoy habría quebuscar nuevas formas de escribir literatura política. No se trata solo de que eldetective cambie de indumentaria y de lugar de residencia; que abandone el despachodel investigador privado y se haga periodista o forense. Como dijoGodard en Cahiers du cinéma, “el travelling es una cuestión moral”. Para escribiruna literatura con pretensión de intervenir en la realidad quizá hay que hablarVIENTO SUR Número 127/Abril 2013 37
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